Marbella. Fotografía de Dora González |
Antes que
despertase el día,
cuando la luz
mantenía un porfiado pulso
con las nubes y las
tinieblas;
cuando lo oscuro se
hacía remiso
y la claridad se desperezaba
tratando de imponerse,
en lo incógnito y
anónimo
de una mañana
inmaculada,
las huellas de una
playa arada
por las ruedas de un
tractor
en retirada de su
faena nocturna.
En lo inmediato,
puntillas de nácar
en leves arremetidas
dibujando el
rebalaje con pinceladas de yodo y sal:
un continuo vaivén con
su propia banda sonora
y su ritmo
cadencioso
evocador de
insospechadas aventuras
de pescadores y
bucaneros.
A lo lejos, el club
marítimo, lo selecto,
el embrión del
cambio al sector servicios
desde el primario y
ancestral.
En lo remoto, ─cimientos
de lo lejano─
el Muelle de Piedras,
la avanzadilla
de la magnetita del
Peñoncillo
haciéndose a la
mar.
Y Dora González,
testigo del ayer y del hoy.
Imágenes del ayer que vuelven para alegrar el presente. Gratos recuerdos.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Esa es mi geografía, la de los primeros baños robados, las vivencias juveniles, por eso sale lo que es y lo que fue.
EliminarUn abrazo, Cayetano
La Marbella de ayer, no es la Marbella de hoy, tampoco Torremolinos, la vi hace unos días después de casi 40 años y ¡¡uff!! no la reconocía.
ResponderEliminarUn abrazo.
En verdad ese cambio lo han experimentado todas las ciudades, en especial las que se han centrado en el turismo.
EliminarUn abrazo.
Bonito poema a ese mar de Marbella que por cierto no conozco esa ciudad.Saludos
ResponderEliminarMe encantaría ser yo quien te acompañara y te lo mostrara, bien merece la pena.
EliminarUn abrazo.
Una estupenda foto para un estupendo poema y viceversa.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu apreciación, Tracy.
EliminarUn abrazo.
Bellos recuerdos... Saludos amigo Francisco.
ResponderEliminarMuchas gracias, Sandra.
EliminarUn abrazo.