Soy, pero también soy el
otro,
el que sufre de orfandad
porque sus padres no
aprendieron a amar
sino a simular amor en la
carne
y convertirlo en divertimento
ocasional.
Soy el parado que no deja de
buscar
el pan de cada día;
el emigrante sin papeles
y el sintecho, el adicto
ante el que todo el mundo
vuelve la mirada
y estalla de ira queriendo
extinguirle.
Soy el desheredado,
el niño que usa pantalones
que fueron de otros,
camisas de modas pasadas
y deportivas anónimas,
ese cuyos libros están muy
deteriorados
porque pasaron por otras
manos
que quizás no apreciaron
el olor a tinta fresca.
Soy la madre abandonada,
la gallina clueca que mete a
sus hijos
bajo sus alas
y los saca adelante con las
tripas en las manos,
la que no conoce el descanso
y cobra poco y en negro por
sus esfuerzos.
Soy la viuda que no llega a
fin de mes,
la que llama a las puertas
de la misericordia
para poder pagar el alquiler
y la luz,
la de las zapatillas de paño
agujereadas,
la que recurre al ropero de
la beneficencia,
la que ha agotado las
lágrimas
de este valle
por el derroche de tanto
llanto.
Soy, pero también soy el
otro,
los otros, las otras, y otros
muchos.
Soy, soy legión.
No te equivocas, todos somos los otros, solo que nosotros, que también somos los otros, vivimos en occidente y eso nos hace menos otros.
ResponderEliminarUn abrazo.
El niño desheredado, la madre abandonada, a viuda con una pensión irrisible, el sin techo... Todos ellos son españoles y también una larga lista de otros casos omitidos. Pero en resumen, todos somos los otros.
EliminarUn abrazo
Bonito ejercicio de empatía. Ser capaz de ponerte en la piel de los demás. De eso andamos faltos. Esta sociedad suele mirar para otro lado.
ResponderEliminarCon mucho esfuerzo, poco a poco nos vamos reincorporando a la rutina. Veremos lo que duran las buenas intenciones.
Un abrazo, Paco.
Uno llega a descubrir que es muy sano no ponerse siempre como los bueyes de la carreta, por delante de todo. Gracias, Cayetano por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Y ese otro que escribe en la piel de otros, es mas humano, porque siente y sufre lo que los desdichados y desheredados y puede componer desde el dolor, tan bellas palabras...besoss
ResponderEliminarGracias por lo mucho que sugieres, Diva.
EliminarUn abrazo.
Gran poema aunque real y muy triste , un poema que solo podría salir de unas manos como las tuyas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Solo tengo exclusivas ante tus ojos, querida Chelo.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hay que ponerse en el lugar de los que sufren y tienen necesidades si de verdad queremos ayudar a que termine tanta injusticia social.Saludos
ResponderEliminarAsí nos iría mucho mejor a todos, Charo.
EliminarUn abrazo.
Si todos nos pusiéramos en la piel del otro, habría mucha más humanidad.
ResponderEliminarBesos
Se necesita con urgencia ver que las heridas del otro también podemos padecerlas nosotros. Gracias, Antonia.
EliminarBesos.
Un ejercicio muy sano, incluso para nosotros mismos, es mirar siempre hacia abajo y no hacia arriba.
ResponderEliminarAsí, así, en lugar de por encima del hombro. Todos somos iguales y todos podemos caer muy bajo en el momento menos esperado.
EliminarUn abrazo.
Te honra ponerte en lugar del otro hasta haciendo poesía.
ResponderEliminarMuchas gracias, Tracy.
EliminarUn abrazo.
Un poema lleno se sensibilidad y calidad humana...... Saludos amigo Francisco.
ResponderEliminarMuchas gracias, amiga Sandra.
EliminarUn abrazo.
Hola Francisco. Un poema muy duro que es la realidad de hace unos años aunque ahora por circunstancias al bicho se ha acentuado más.
ResponderEliminarEnhorabuena por este poema y por hacernos pensar que algún día podríamos ser nosotros mismos.
Abrazos