Al atardecer,
un coro de
vencejos,
como prieta
escuadrilla
en formación de
curvilínea
y blondas cantoras,
busca cobijo en la
plaza,
donde las ramas son
muñones
harapientos o
desnudos
tras la severa
poda.
Anochece,
los niños han
dejado de jugar
y se ensordece el
recinto;
se ahoga el
bullicio
y los pájaros riñen
sus trinos
por el mejor
acomodo,
mientras unos
indigentes
llenan media docena
de amarillentos
cántaros de
plástico,
color rancio del
uso frecuente.
Es la hora oculta,
ese tiempo marginal
en el que la
naturaleza duerme,
las familias se han
recogido
y los fuera del
área
buscan un
emplazamiento transitorio
para sus vidas.
Hoy las calles están más tristes, hay poca gentes y menos niños/as en ella.
ResponderEliminarUn abrazo.
Las de ahora no son las calles de los primeros días de marzo.
EliminarUn abrazo.
Cada hora del día tienen los parques distintos protagonistas.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Así es, Cayetano. Va declinando el día y unos ciudadanos suceden a los otros. Un espacio compartido que marca las horas.
EliminarUn abrazo.
Estas calles han perdido mucha vida desde lo de la pandemia. Tan sólo las aves y los gatos callejeros siguen el mismo transcurrir de siempre.
ResponderEliminarBesos
También "los fuera del área", Antonia, quienes malviven donde pueden.
EliminarBesos.
Hola Francisco. Nos hemos de acostumbrar a que pasará un tiempo para que en las calles se oiga el bullicio y juego de los chiquillos y chiquillas. Ahora son de los pájaros ye insectos que pululan a su antojo. El bicho nos ha cambiado la vida.
ResponderEliminarAbrazos
Nos ha cambiado la vida a todos, Isa, pero especialmente a aquellos que viven fuera del área, cada día más marginales.
EliminarAbrazos.
Que pena que haya quienes tienen que buscar su acomodo transitorio. En mi pueblo y al vivir en el centro donde está la plaza del Ayuntamiento el bullicio de niños siempre se deja oir.Besicos
ResponderEliminarY lo más grave, Charo, es que aumenta el número de ellos. El drama es que cada vez hay más pobres y más ricos mucho más ricos.
EliminarUn abrazo.
Al llegar las sombras todo cambia, todo se acomoda y se refugia en el silencio. La realidad se hace más cruda e insufrible para mucha gente, Francisco. Un poema que nos lleva a la mirada oscura de la noche.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo,amigo.
Esa es mi mirada a la plaza, la de las sombras que se suceden, María Jesús. Muchas gracias por tu lectura atenta.
EliminarUn abrazo.
Qué triste es esa realidad marginal. Se da en todos lados.
ResponderEliminarEl anochece aquieta los ánimos y viene la calma transitoria.
Besos
Esa realidad marginal es la que he querido señalar como parte de la comunidad vecinal, Luján.
EliminarBesos.
Al caer la tarde las sombras se apoderan de la plaza y el panorama cambia....Saludos amigo Francisco.
ResponderEliminarLa noche todo lo transforma, Sandra, o más bien son sombras que se suceden en el tiempo.
EliminarUn abrazo.