Llegó de improviso. Cuando accionó la puerta del aula, Don José se quedó muy sorprendido y tras un leve titubeo gritó: ¡En pié! ¡El Señor Inspector! Con un ruidoso tropel se levantaron todos los jovencitos y saludaron al recién llegado con los buenos días, como el maestro les tenía acostumbrado. Éste les contestó, al tiempo que les hizo señas de que se sentaran con una leve sonrisa.
Han llegado a mi despecho sus numerosas quejas y vengo a comprobar in situ los males de los que se aqueja. Bueno, Sr. Inspector, en verdad no hubiera hecho falta que viajase usted desde la capital por mi culpa, pero es que ninguna de mis peticiones parecen ser oídas, al menos no recibo los materiales que solicito. Está bien, ¿qué necesita? Pues verá, Sr. Inspector; como podrá observar, tenemos los mismos mapas de mis antecesores; el físico ya sabemos que es invariable, pero el político es anterior a la Constitución, habla de Castilla la Vieja… el encerado fue negro, pero se ha quedado descolorido con el paso del tiempo y los muchachos apenas ven lo que escribo; no me proporcionan tizas de colores y ni me atrevo a soñar con un retroproyector y menos aún con un ordenador con el que hacerles presentaciones en PowerPoint por el que asomarles al mundo. Tan es así que me conformaría con una esfera del globo terráqueo para que puedan aceptar que la tierra no es una superficie plana como ellos la aprecian.
Ya, ya, comprenda que estamos atravesando por un mal momento económico. ¿Tiene usted quizás un clip? Don José se echó mano al bolsillo derecho de la chaqueta y se sacó un clip con alguna pelusilla, las apartó y ofreció el clip al Inspector. Éste lo tomó entre sus dedos, lo desdobló, y acercándoselo a la vista del maestro le preguntó, ¿qué ve ahora? Pues un alambre acerado, Sr. Inspector. ¡Perfecto! Eso es todo lo que necesita un buen docente para explicar a sus alumnos de qué material está hecho el puente sobre el río que está al otro lado de la escuela, como éste desemboca en el mar y en la bahía encontramos el astillero donde se fabrican los barcos, también de acero, que cruzar el mar océano; unos son pesqueros, otros mercantes, y también los hay de pasaje y de guerra; entre los pesqueros, los de mayor tonelaje son los que pescan a muchas millas de nuestra costa y van almacenando la pesca diaria en grandes frigorífico; eso debe darle pie para hablarle a los alumnos de los dos hemisferios, de los husos horarios; explicarles al tiempo que todos los barcos se mueven hoy día por gasóleo, un derivado del petróleo que importamos del Golfo Pérsico, de México y Venezuela; otros derivados de este producto fósil se emplean como combustible de la automoción o bien el gas, que es transportados por oleoductos desde Siberia o desde el otro lado del mar, desde Argelia; los barcos mercantes son los que se ocupan de transportar las mercancías de un país a otro, representando el negocio exterior una fuente de riqueza importantísima para nuestra balanza comercial, desequilibrada por la importación de crudo como ya habíamos dicho antes; en ocasiones no tenemos algún mineral y nos vemos obligados a importarlos, si bien éstos suelen venir ya fundidos. ¡Qué tiempos aquellos en que nuestra patria era rica en minerales! Entonces fuimos conquistados por potencias extranjeras que extraían de nuestro subsuelo metales valiosísimos… ya está todo agotado: las Médulas, Río Tinto; también podría hablarles de los Altos Hornos…
Disculpe, Sr. Inspector, ha sonado la hora de la salida; ya lo tendré en cuenta y me lo pensaré antes de volver a hacer otro pedido. ¿Me devuelve usted mi estirado clip?
Cuantas clips harían falta para que se oyeran las peticiones de los profesores, y para que mejorase la enseñanza.
ResponderEliminarUn mágnifico relato con más tintes de realidad de la que aparenta
Un beso
Estupenda síntesis de una cruel realidad que en otros muchos sitios también se debe afrontar. Beso
ResponderEliminarPiden milagros. Y lo curioso es que a veces los obtienen, gracias a la labor casi heroica de esos maestros.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar por nuestra Sala Capitular, monsieur. Le hemos incluido entre los amigos de nuestra Orden. Espero que siga usted divirtiendose con nuestras locuras.
Feliz dia
Bisous
Ya se sabe que desde siempre en este país hay dinero para todo menos para educación. Así nos va.
ResponderEliminarMagnífico relato Francisco.
Un abrazo.
¡Qué voy a decir yo que he sufrido en mis carnes hasta hace muy poco tanto despropósito!
ResponderEliminarMuy bueno Francisco
Cuántos contenidos!!!
ResponderEliminarY todo por un clip, eso le hace falta al magisterio, preparación, conocimientos, muchísima imaginación y capacidad de relacionar lo que tiene en su contexto inmediato con el mundo entero...
Muchas gracias!
Besos, muchos, muchos!!!
¡Ay,cuánto me recuerda esto a lo que sucede también en mi país, Argentina, donde la abnegada y heroica tarea de los maestros de las escuelas públicas, y ni hablemos de las rurales, se ve tan mal recompensada.
ResponderEliminar¡Pobre educación!
Saludos
Condesa de la Promenade
Jo, desde mañana no pienso volver a quejarme... a mí me sobran los clips en clase, así que eso debe ser motivo de regocijo, podré explicar tantas cosas tan sólo con un inocente clip!
ResponderEliminar;)
Muchas gracias por este rato tan agradable y reflexivo!
Saludos agradecidos!
El Sr. Inspector se fue por los cerros de Úbeda y cumplió perfectamente su misión política: no darse por enterado del problema ni aportar ninguna solución. Eso sí, el sueldo por ese cometido, seguramente doblaba o triplicaba el del abnegado maestro.
ResponderEliminarNuestros maestros desde luego no necesitan estúpidas lecciones. Lo que necesitan son los medios adecuados para poner en práctica su imaginación.
Y seguridad ante padres más estúpidos todavía, también.
Un saludo
Interesante y muy bien escrito el artículo.
ResponderEliminarTema candente la educación, a ver si nuestros jóvenes saben remontar y se crean un futuro esperanzado y lleno de vida.
Un abrazo
Muy bueno tu relato Francisco,¡Que ridícula y absurda lo que quiso ser una exlícita respuesta a los reclamos del maestro, ante sus necesidades básicas lógicas y necesariasy lo que hizo el impector es una rápida escapada por la tangente.
ResponderEliminarPero...¿sabes una cosa? eso es moneda corriente en todos,(o casi)los países del mundo, incluídao donde yo vivo.
Tratar de corregirlo es una de las menos realizables utopías
Cariñosamente.
Juliana
Este relato tiene, a mi modo de ver, dos posturas contrapuestas. Por un lado el profesor y su justa reivindicación, y por otro lado la respuesta-enseñanza del inspector: los recursos propios, casi siempre, pueden suplir perfectamente los recursos ajenos.
ResponderEliminar¡No esperemos lo que no tenemos como respuesta a nuestros males, fijémonos en lo que tenemos y en cómo sacarle partido!
Genial, como siempre, Paco.