La noche boca de lobo. El frío.
Las terrazas. Las aglomeraciones.
Los calentadores quemando gas
y los cuerpos trasegando alcohol
como remate de una jornada dislocada
que no conoció el recogimiento interior,
tampoco la estima física y prudente.
Las guirnaldas de led evocando la Navidad.
Los diseños geométricos que no comprometen
ni a la fe, ni a la incredulidad. Para todos.
Para todos los gustos y todos los bolsillos.
La estrella naciendo de entre los vatios.
La luna, algo más de un cuarto y macilenta,
tan lejana y glacial que su cerco da escalofrío.
Humo. Mucho humo. Las cachimbas. La shisha.
A pleno rendimiento, a todo humo aromático.
Los otros humos no legalizados. La noche.
La larga lista de artículos determinados
no siempre homologados. La mercadería.
Con todo este panorama resulta que lo más revolucionario es el recogimiento y el silencio. La tranquilidad serena y creativa.
ResponderEliminarSaludos
Paradójico, pero acaba siendo lo más convincente, Francesc.
EliminarUn abrazo.