Volver atrás la mirada
y ver el camino expedito,
limpio de socavones y tropiezos.
Buscar las huellas del ayer
y creer apreciarlas
al borde de la calzada,
donde se perpetúa lo frágil
y dormita el olvido.
En este presente achacoso,
es posible volver a emprender la marcha
con el combustible de hoy
y la ilusión de lo extraordinario,
pisar con firmeza, sin titubeos,
y recorrer cada palmo
de aquella juventud radiante
que nos trajo a este hoy,
donde la lontananza sombría de los años,
con sus historias difusas
y su perdurable banda sonora.
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