El calendario es un grifo con fuga,
un gota a gota incesante
que nunca pierde ritmo ni se acelera.
Pasan los días, se acerca la Navidad
y por fin el clima se ha acompasado
y vuelven los escalofríos
anudados en las bufandas.
Unos niegan y otros insisten,
pero algo es diferente a como era,
llámese como se llame,
tenga o no nombre científico.
Las castañeras, con sus fumatas blancas,
ponen un toque de sabor en las calles,
y los animosos coros de campanilleros
anuncian el parto que ya es inminente.
Los invisibles acumulan frío y necesidad,
pero en el colorido derroche lumínico
se hacen menos perceptibles
y hasta más molestos.
Los pobres siempre tienen hambre,
siempre tienen frío y no tienen techo.
José y María tampoco encontraron posada:
la vivienda es la asignatura pendiente
que suspenden todos los gobiernos,
de todos los signos, de todas las tendencias.
Lo de que no se acelera es un decir. Cuando era joven el calendario iba a paso de caracol, hoy, ya mayor, el calendario avanza que se las pela.
ResponderEliminarUn abrazo.
El tiempo es una medición concreta y precisa, pero nuestra apreciación varía con la edad: de niños y de muchachos todo transcurría muy lentamente; ahora no corre, vuela.
EliminarUn abrazo.
Hemos trastocado todo, Rafaela. Esta no es la Navidad que pensó Dios, este mercado de ferias es en la que o hemos convertido olvidando el mensaje central del Mesías: amar y compartir.
ResponderEliminarUn abrazo.