He llegado a esta estación
en la que me encuentro
en vagón de segunda,
con cierta comodidad
y con escasos caprichos.
Por el camino se quedaron los afanes
y también las energías,
pero he logrado llegar a este confort
y eso también entra en el relato.
En los cuentos de la abuela
y más tarde en la literatura,
se me prometieron pompa y boato
que no llegaron a materializarse.
El reloj camina a su paso,
sin ninguna prisa, a ritmo;
y se me hizo lento el recorrido,
aunque a este lado del puente,
desde aquí, todo ha sido fugaz,
un visto y no visto.
Voy. Vamos todos en tránsito,
conocemos el destino,
pero no así la hora de llegada
y el reloj siempre a su ritmo.
Efectivamente, no sabemos ni el dia, ni la hora, pero debemos seguir caminando.
ResponderEliminarUn abrazo y Feliz Navidad.