Por los rasguños de mi cuerpo,
por la erupciones y cicatrices,
hago cálculos de las dolencias ajenas,
que como yo muerden el polvo del silencio,
lo interiorizan y lo degluten.
Por la sed y el deseo de lo inalcanzable,
por todo aquello a lo que no abarco,
baremo el vértigo y el vacío
en otras despensas del alma,
y la monotonía del pan con pan,
cuando lo hay, cuando se puede.
Por la aritmética de primaria
que aprendí a base de machaconería
y que luego se ocupó de fijarme la vida,
recuerdo al otro en mis flaquezas
y también en los momentos de confort.
Ojal que siempre haya una mesa compartida en todos los lugares del mundo, que nadie se quede sin su lugar en una mesa. Saludos
ResponderEliminarEmpatía y solidaridad en tus letras, Francisco...Recordar a los que no pueden disfrutar de la salud y de lo necesario para sobrevivir, te dignifica y te hace más humano...Esos valores son los que les falta a mandatarios y poderosos de nuestro mundo, amigo...
ResponderEliminarMi abrazo y mi cariño, amigo poeta.
Un abrazo muy grande. Aplaudo tu sensibilidad.
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