La mentira no será verdad
por mucha insistencia,
ni porque se repita hasta la saciedad
con ansias de hacerse vomitiva.
Por mucho golpe que atice el herrero
sobre el hierro frío,
si no ha pasado antes
por el fragor de la fragua,
no logrará cambiar las formas
o la conducta del no incandescente.
Esa cantinela monótona del grifo que gotea
acaba a veces en sonido sordo,
pero nunca en certificación de calidad.
Necesito sacudirme del otoño en mis zapatos,
de las hojas macilentas y caducas
que vencidas por la propia gravedad
mullen el paseo de huellas amortiguadas,
pero eso no deja de ser circunstancial
y por debajo del umbral de la realidad
el pavimento no siempre está bien solado.
Es abrumador y hasta tormentoso
el runrún ruin que no cesa nunca.
¡Ya está bien de hacer de la convivencia
algo absolutamente irrespirable,
de hinchar globos con el flúor del bulo!
“La verdad es la verdad,
dígala Agamenón o su porquero”.
Uno puede estar equivocado, pero mentir a sabiendas es lo peor, es cuando comienza a romperse la convivencia, un lugar en el que nuestro país comienza a moverse.
ResponderEliminarAbrazos.