Hay un deshielo en mi voz,
un ácido desgarro,
cuando te pienso,
cuando me ovillo a tu nombre
y me desmadejo en arrebato
si no alcanzo tu mirada.
Se hace espesa e impenetrable
la nostalgia cuando
miro sin ver sino tus afueras,
cuando te pienso, cuando te idealizo
y también articulando tus sílabas
sin acento ni musicalidad,
plena ausencia,
derrota inmisericorde.
Entorno los ojos
y me saben tus labios a estrías,
a árida sémola en los míos.
Resecos, azotados de abandono
pobres de solemnidad,
anhelantes, impacientes, ausentes.
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