Ciprés, el dedo índice,
que desde la tierra señala al cielo
como itinerario idílico
invitando a la reflexión.
Un cono atractivo y fiel,
siempre verde, gigantesco y longevo,
que atesora las miradas y las eleva
en silentes encomiendas
de las almas que fueron heridas,
y se consuelan ante la infinitud
celestial e inconmensurable.
Chimenea por donde suben las súplicas
como vaharadas incorpóreas de incienso
que escala los peldaños inaccesibles
hasta los aposentos divinos.
La materialidad de lo eterno
que sobrecoge y consuela desde su esbeltez
y nos acota en nuestra realidad mínima.
Los cipreses, qué especiales son. Feliz 2025
ResponderEliminarJosé María Gironella dijo que "Los cipreses creen en Dios". Muchas gracias, Manuela.
EliminarUn abrazo.
Escalera de Jacob.
ResponderEliminarSalud
Como quiera que es una especie que se leva mucho más que cualquier otro árbol, en más de una ocasión el hombre lo ha visto como algo excelso, también Jacob.
EliminarMuchas gracias por leerme y dejar un comentario. Un abrazo.