Temblorosa mi mano y mi
voz
en tu sutil presencia.
Boca sedienta, ardiente, fogosa,
pasión encendida, incendiada.
Ni el riego, ni el rocío,
ni la escarcha
son atenuantes para tu
llama.
Densa. Amorosa. Apasionada
como un sueño desinhibido.
Caligrafía física de la
hermosura,
de la carnalidad y del
sofoco.
Erguida sobre los tacones
de tu esbelto y
contorsionado talle,
aroma que intimidas,
que embriagas, señera del
espíritu
que te esparces sin
derramarte.
Siempre virginal. Siempre
altanera
a la grupa de tu lindura.
Boca entreabierta que
expresa,
que sugiere y subyuga, que
domina
desde la cota del ático de
tu empinada
y sólida apariencia, desde
donde moras,
reinas y gobiernas todos
mis sentidos.
¡Qué belleza de poema!
ResponderEliminarGracias por compartir tu arte.
Besos.
Gracias a ti, por animarme con tu lectura y comentario.
EliminarBesos
Maravilloso poema Francisco...tus musas te quieren muchísimo.Saludos
ResponderEliminarYo también a ellas, Charo.
EliminarUn abrazo.