Y de repente, una
carcajada,
un estruendo en medio del
silencio
que puso a todos en alerta,
como ante una amenaza
inminente
y desconocida,
de consecuencias
inimaginables.
Se miraban de reojo,
como sospechando una
alarma
que no sabían reconocer.
¿Tal vez un excéntrico?
En medio de un mundo
enfrentado,
donde la discordia y el exabrupto
es moneda de cambio,
desentonar la melodía
con un “alegro vivace”
no deja de ser una grave
agresión.
Es algo así como vestir
vaqueros rotos
cuando todos van de ceremonia.
Quieren hacernos ver que no son momentos ni de sonrisa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Reír a carcajadas hay que hacerlo. Que puede ser un lujo en un mundo tan desastroso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es muy sano reir y a mí me gusta hacerlo y desde luego si veo a alguien reir a mandíbula batiente seguro que me contagia y acabo igual.Saludos
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