La arteria azul que cruza
la ciudad
sigue soñando con aguas
arriba,
como antaño,
cuando personas y
mercaderías
surcaban el valle califal
y bajaban
hasta desangrarse en
Sanlúcar;
desde entonces,
el fluido titubeo que sube
y baja,
dulzón o a punto de sal,
es itinerario reversible
como todo camino de ida y
vuelta.
El espejo del río
cree que no salgo a
caminar,
tan ocupado como está
con los pescadores desde
la orilla,
el navegar itinerante de
los turistas
por su manso cauce,
el trote asfixiado
de deportistas ocasionales
y las canoas que sueñan
olimpismo
y jadean el esfuerzo.
Y sobre el cauce, los
puentes;
y sobre los puentes los
adioses,
el vadeo en seco y la
panorámica,
las promesas que no
siempre se cumplen
y el espejo del río
sintiendo la impotencia de
reflejar
cada vivencia y cada sentimiento.
El mejor espejo del rio es cuando pasa junto a la Torre del Oro, no se la causa, esa imagen la tengo idealizada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bela foto, lindo poema sobre as venturas no rio
ResponderEliminar.
Cumprimentos poéticos.
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Pensamentos e Devaneios Poéticos
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Siempre tienes un poema para cada imagen que nos muestras. Ya me gustaría a mi dar un paseo en barco por el Guadalquivir.Saludos
ResponderEliminarFrancisco, el espejo del río habita en ti, amigo...Vas reflejando turistas, caminantes, puentes y sueños. Una maravilla, el río de tu creatividad, siempre fluyendo de forma fluida y mágica.
ResponderEliminarMi abrazo siempre y mi ánimo, compañero y poeta.