Para alguien que como
yo lleva plantillas
ortopédicas,
y la marcha hace tiempo
que dejó de ser atlética,
la ingravidez es el foco
de atención,
el milagro incomprensible
y la evanescencia
después de un deboulés
que sube a los cielos como
algodones
o plumón de ave cuasi
gaseoso.
Su cuerpo es de porcelana,
pero flexible como un
junco;
sus piernas bien fornidas
guardan celosamente el
secreto
de muchas horas de duro
trabajo
con las que lograr tal
elasticidad.
Pirouette, soutenu, piqué,
para rematar
con la fuerza de la pierna
contraria
en un fouetté que sublima la contorsión
en humareda que asciende
ingrávida,
como exenta, salvo de
volumen.
No me canso de mirar y
admirar
el ángulo obtuso de
piernas y brazos,
la flexibilidad sobre
natura
de todos sus miembros
y la elegante armonía y
dulzura
de quien trabaja duro sin
mostrar esfuerzo.
A todos nos llega nuestro San Martín, aun recuerdo mis actividades deportivas, mis salidas a correr o mis caminatas por el campo, esta mañana me he levantado con una crisis de artrosis que vamos a ver si no tengo que retrasar varios días todo lo que tengo que hacer por tener que estar movilizado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Espero y te deseo que sea pasajero, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Pasajero es, el problema es que cada vez se acercan más.
EliminarBellas imágenes plasmas en tus versos Francisco
ResponderEliminarUn abrazo
Te agradezco tus estímulos.
EliminarUn anrazo.
Poema fascinante de ler
ResponderEliminar.
Cumprimentos poéticos
.
Pensamentos e Devaneios Poéticos
.
Tus versos realzan la maravilla de estos bailarines de ballet.Saludos
ResponderEliminarTiene ,todo lo que tiene que tener, juventud, agilidad y muchas horas de entrenamiento. Es maravilloso, verlas bailar.
ResponderEliminarBesos.