“Este
pueblo me honra con los labios,
pero
su corazón está lejos de mí”.
(Mc 7,6)
Este pueblo es más dulce
con los ahijados
que con sus hijos nativos,
salvo que estos sean
pobres de solemnidad.
Sus maneras son, a veces,
empalagosas,
pero se deja cegar por el
brillo foráneo
y a los propios los
cataloga
por el peso específico de
su estatus:
los que llegan en jet son
solemnes,
quienes alcanzan la costa
en patera,
húmedos humildes y
desarrapados.
No mira al corazón, tampoco
al cerebro,
sino al bolsillo, al vil
metal
o al brillo de falsos
destellos.
Este pueblo tiene síntomas
como para prescribirle un riguroso
tratamiento.
Y también cuenta mucho el color de piel, no es lo mismo ser Ucraniano blanco que Libio/Marroquí..., un poco tostados por el sol.
ResponderEliminarUn abrazo
Ay cuan ciertas son tus palabras. Un abrazo.
ResponderEliminarEsto ha sido así siempre y la humanidad no ha cambiado nada en este sentido, ya lo dijo Quevedo: Poderoso caballero es don dinero. Saludos
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