25 septiembre 2022

OCASO



Se retiraba a regañadientes,

como arrastrando una pena.

Su luz dorada comenzaba a ser mortecina

y ya no hería,

era una pavesa ensangrentada

humillada y lastimera.

 

El incendio dócil del poniente

en el espejo del rebalaje,

como dama en traje de noche

que arrastra la cola

dejando huellas de su paso.

 

La mar, con su música oscilante,

plata bruñida y alterable

invitando al acontecimiento,

hoy dorada despedida,

un enardecimiento que invita

a la contemplación sin límite horario,

ni resulta fácil dar con la salida.

 

De tanto mirarte, de tanta contemplación,

de tanto querer frenar la marcha,

este éxtasis, este mirar pasmado

sin poder evitar que finalmente

se escore fuera de la visión

y desaparezca como en los días sombríos

aquello que es excepcional

como rosa sin tallo.

4 comentarios:

  1. Tanto el ocaso cómo el amaneces son regalos maravillosos que nos ofrece la naturaleza.Saludos

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  2. Un momento excepcional que podrá huir... pero que tú has plasmado con bellísima lírica.
    Un abrazo!

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  3. Hola Francisco, tus poemas son hermosos, todos ellos. Me gusta especialmente como has terminado esta poesía.

    y desaparezca como en los días sombríos

    aquello que es excepcional

    como rosa sin tallo.

    Voy a venir mas seguido a leer tus poemas, que siempre disfruto enormemente.

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  4. Toda una personificación del ocaso, que le dá cuerpo, alma y espíritu a la tarde, Francisco. Una preciosura, que nos llega a todos de forma muy especial. Mi felicitación por tu sensibilidad y buen hacer.
    Mi abrazo admirado y mi ánimo.

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