Un simple enfriamiento
me ha hecho huésped
de una chabola extraña,
donde suena a hojalata
oxidada la techumbre
y amenaza con calar la
lluvia;
un habitáculo incómodo e
irreconocible
cuando la simple brisa
acarrea un estornudo
que suena a exterminio
y su eco se prolonga con
voluntad indefinida.
No me reconozco.
Ya sé que no es otro el
que me habita,
pero el tiempo o lo
desconocido
ha hecho huella profunda en
mí
y la vetustez de mi
estructura
no responde con la
velocidad acostumbrada.
Persisten los residuos
y muy especialmente la
desgana
en una posible noche
interminable,
por eso me acomodo en la
oscuridad
de los párpados entornados
como si no sintiera
curiosidad
por lo que acontece
o más bien me desbordara.
Dicen que el tiempo lo
cura todo,
pero, en este caso,
sería conveniente un
lanzamiento del ocupa
y poder apagar todas las
alarmas.
Algunos dichos o frases hechas mienten como cosacos, el tiempo no cura nada, el tiempo te va comiendo poco a poco sin que te des cuenta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Deseo que el ocupa se desbarate. Y, el tiempo no lo cura todo, pero ayuda a que se diluya.
ResponderEliminarSalud, Francisco.
Anna Babra
Pues esperemos que el tiempo cure lo que tenga que curar..
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