Ayer olvidó el día su naturaleza
veraniega, se echó un echarpe
de rugosas nubes densas,
y ya, todo elegante,
se travistió de grisáceo otoño.
Esta mañana ha recordado
su origen
y promete arrimarse al sol
que más calienta.
Hoy se ha desatado la pelambrera
de rizadas ascuas doradas,
y anda tras el tiempo perdido:
los grillos y las chicharras
están afónicas de vocear las calores:
el agua llora su temido consumo,
antes de que llegue a agotarse,
y el aire acondicionado argumenta
no encontrarse en condiciones
ante tan desaforada faena.
“Días de mucho, vísperas de nada”:
la normalidad tras la anomalía.
Siempre asombrada y admirada de tus sentimientos y pensamientos en versos.
ResponderEliminarUn abrazo!
Te agradezco mucho tus palabras, Sara.
EliminarUn abrazo.
De anomalo nada....es solo la naturaleza de la naturaleza de vestirse de gala...unas veces coqueta y otras veces traviesa, pero siempre bella en todas sus caras...bsss (Además, la foto es hermosaa)
ResponderEliminarTan hermosa como tu mirada, Diva. Muchísimas gracias.
EliminarUn abrazo.
ciclo de la vida, aunque acá de frio nos queda todo agosto, a la espera que llegue septiembre con sus días más cálidos
ResponderEliminarsaludos
Cosa de los hemisferios, Carlos. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo.