Las canciones y las leyendas
convierten en mitos
lo que el paso de los días
transforma en detritus,
y antes o después en olvido.
Como una flor pasa a pasto seco
al otro lado de su esplendor,
así también caen las fabulaciones
por el retrovisor de los días
y de ahí, sin remedio, al olvido.
Mientras en la niebla de los recuerdos,
-si alguien se atreve
a desenterrar el pasado-
lo tomarán por loco o exagerado,
como también son sobredimensionados
los cánticos de todas las epopeyas.
Recompensa fallida:
pólvora mojada y objetivo móvil.
Al fin y a la postre,
el olvido como meta final.
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