La noche camina bajo mínimos,
se han dilatado tanto los día de julio
que apenas queda espacio
para una leve penumbra.
La madrugada pasa en un suspiro,
entre los sofocos del día
y el desenfreno nocturno,
sin tiempo ni espacio
donde recuperar el sosiego.
El ruido es un trueno sin fin,
una traca sin pausa ni descanso;
tan solo los pájaros hilan cordura
con el trenzado de sus trino
cuando la oscuridad da a luz
y anuncia un nuevo averno.
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