18 julio 2025

A LA ETERNIDAD

 




Era Enrique una sonrisa jovial,

la luna llena: divertida, lozana y aguerrida

como una zambra,

como la juguetona corriente del Darro

derramada desde la cumbre

hasta la enjuta cintura y hasta los pies.

La alegría vivía asomada a sus ojos

y salpicaba a cada una de sus facciones

con ropaje de diario o también de fiesta.

Ocurrente, íntimo, divertido...

como noche en el Sacromonte

y amigo de sus amigos.

Un lejano día se ausentó

la moza que guardaba el chusco en su bolso

-sin billete de vuelta-

y el descarriló y se perdió patinando

y no volvió a encontrar

el sentido de la marcha del reloj.

Siguió subido en el día a día por inercia,

pero ya no miraba de frente,

sino que se elevaba a otra dimensión

que caía fuera del sistema métrico.

Vivir es esto:

es cargar con la dulzura de un amigo

y también con el amargor

de quienes acurrucaste en tu corazón;

es trazar con ellos una línea indefinida

y sin fin

que ha de llevarnos a la eternidad.

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