Con tinta verde escribe la naturaleza
y derrama musgo sobre las piedras,
y sobre la corteza de los árboles,
y sobre los valles, y sobre las laderas,
y en las copas arbóreas y en sus brotes.
El labriego imita, pero delinea y rotula
como quien dibuja en un cuaderno rayado,
pensando en la fácil recolección;
aunque a veces no le salen las cuentas.
Con tinta verde, preñada de futuro,
dibujo yo sobre tus hombros
y dejo que chorree por tu espalda,
como lo hace la lluvia mansa
o como escala la yedra
enroscándose a tus piernas
y haciendo escala en tus caderas,
y aspirando a otras cotas superiores.
Con tinta blanca, -a veces gris-
se dibujan las nubes sobre el cielo,
y con tonos pardos cuando anuncian
un corro de urgencias tormentosas.
Con tinta roja ensayo con mis manos
un surtido de gestos de amor
en el dorso de tu mano,
en el aire que envuelve tu rostro
y sueña hospedarse en tus labios;
y se enreda en tu media melena,
y se rezaga sin respuesta
mientras en tu boca dormita
una brizna verde de hierba.
Tu cuerpo es un destello verde,
y un resplandor rojo intenso,
y un arrebol inquieto y deslumbrante
que me deja vigilante y en sobre aviso,
guardián celoso de tu boca,
del sueño incesante por hacerte mía.
Un poema muy bien construido, con el símbolo de la tinta de colores, que nos va mostrando el sentimiento humano, el de la naturaleza y el de las nubes, Francisco...Acabas con el cuerpo de la amada, en el que habitan todos los colores, porque es puro universo y sentimiento...Muy hermoso e inspirador, Francisco.
ResponderEliminarMi abrazo admirado y agradecido.
Qué suerte la mía, qué suerte poder tener tus comentarios.
EliminarUn abrazo muy agradecido.