En lo recóndito de la memoria,
en ese limbo en el que habita
el obstinado lapso que todo lo borra,
y hace que el pasado sea selectivo,
a veces también tormentoso;
de repente, tu sin igual sonrisa,
el blancor estridente flanqueado de carmín
voceando mi nombre y reclamando
-sin palabras-
el inmediato reencuentro.
Yo en ese otro más allá imposible,
donde me estremece la soledad y el frío,
mientras en cálida e abismal distancia
haces poses de eterna primavera.
Un sin fin de imágenes secuenciadas
me muestran la verdadera distancia
entre mi paladar y la bahía de tus dientes,
entre mi hambruna insatisfecha y la saciedad
de la tersura de tu piel, de tu boca, de tus ojos,
de tus mejillas, de tu sonrisa permanente,
mientras mi corazón golpea agónico
esta soledad a la que no me resigno
esperando tu olvidado rescate.
Un triste poema que me han traído penosos recuerdos para regresar a la realidad del hoy que es la soledad. Saludos
ResponderEliminarA lo largo del día pasan por nuestra mente infinidad de recuerdos y no todos son de bullicio y fiesta. Así es nuestra vida: una amalgama.
EliminarUn abrazo.