Debió ser un sueño creativo,
una trama con la que enlazarnos
más allá de nuestros gustos o apetencias.
Y así, mucho más, bastante más lejos
de lo que imaginamos:
la similitud y la discrepancia
están hilvanadas a otros seres
como diseñados por una mano única.
Esas flores de azahar
proclamando la encarnación de la primavera,
ese rosa pálido tiritando de frío
con vahídos de blanco
pronunciado por el invernal almendro,
esas amapolas entre los trigales
anticipando las bondades del pan candeal,
esas truchas que ponen rumbo a la mar
y vuelven con nostalgia buscando sus raíces,
esas junqueras y esas adelfas cubriendo carrera
a ríos, torrentes, cañadas y arroyos.
Todos esos hilos son, y lo sigue siendo,
los lazos que me unen al ayer por y para siempre.
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