La noche ofrece un contraste
a tu figura, unos tonos biselados,
una sobra indeformable
que proyectan tu ser,
y también tu estar, idealizándolos,
acoplándolos a mi costado
como pertenencia vocacional.
En la penumbra,
cuando todo es confuso,
la nitidez desvela en mí
cuanto de ti llevo asimilado,
aquello que hizo noche en mí,
me asiste a diario y me acompaña
con vocación de inmortalidad.
En mi retina, y también en mi memoria,
la niña que fuiste, la que atesoro
y ha de sobrevivir a mi deseo.
La que me acompañará
allá donde la luz no tiene término
y viviremos vinculados por siempre,
cuando lo transitorio acabe
y seamos por siempre eternidad,
el colorido arrebol que me ilumina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario