Entre la corrección y el desatino,
entre lo oportuno y lo inconveniente,
tan solo una línea,
un espacio sin huella,
un estrechamiento imperceptible,
apenas una señal imaginaria,
un trazo idealizado como el horizonte
ejerciendo su estricto dictamen.
Y la nave abriendo su estela
bajo el gobierno de la sensatez,
o a merced del capricho
de los festones de nácar de la playa.
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