Palabras al aire,
al azar,
como quien avienta la parva
buscando el suculento grano.
Te invito a perderte
en mis palabras,
a usar las tuyas,
a barajarlas y confundirlas,
a arrebujarse con ellas y hacerlas propias,
a meditar con ellas,
a jugar con ellas,
a no callar nunca
o a hacer del silencio
misticismo que sea luz
para luego ponerle palabras
de entendimiento y concordia,
sin otra aspiración
que buscar dentro de ti mismo
el tesoro escondido
de la comunicación verbal.
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