Como se anuncian las ferias,
con gran estrépito y aparato
eléctrico,
también sonidos guturales de
los montes
en lugar de bombo y
platillo;
así amaneció el día,
como anticipando una jornada
especial.
De repente, olía a tierra
mojada
─como una premonición─
mientras el pasacalle
anunciaba el embeleso de una
cortina de agua;
palideció el aire antes de
que dejaran de lucir
las estrellas
y el vocerío se hizo más
próximo y rotundo.
Al punto, todo quedó yerto,
suspendido de un tiempo
vacío
de inexplicable argumento;
seguidamente descargaron las
nubes
y se otoñó agosto
en lánguidos e íntimos
recuerdos.
Hola Francisco. Así son las tormentas, rápidas y escandalosas. Aquí esta noche ha hecho frío. Llevamos tres días que por la mañana y la noche hay que cerrar ventanas y poner más ropa en la cama. Casi otoñal.
ResponderEliminarAbrazos
Gracias, Isa, por corroborar lo que he dicho. Cuídate.
EliminarUn abrazo.
Viene bien un poco de lluvia después de tanto calor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues es cierto, refresca el ambiente y limpia el aire de partículas nocivas para la respiración.
EliminarUn abrazo.
Por acá y durante varios días seguidos hemos tenido tormentas y lluvia todas las tardes.Muy bello tu escrito.Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias, Charo. Brllos son los ojos que aprecian la belleza.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tormenta de verano que trae recuerdos... Lindo leerte amigo Francisco. Saludos.
ResponderEliminarLa naturaleza manda a lo largo y ancho de este mundo, Francisco, y a veces hay que aplaudirla con toda nuestra fuerza.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz domingo, amigo.
Espero que nos llegue por acá un poco de esa agua desde tu poema. Que ha sido un año de sequía. Ya las presas estan sedientas y nosotros asustados.
ResponderEliminarFuerte abrazo.
Llegó un otoño anticipado.
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