Si yo me manejara con
habilidad
con los pinceles y
pigmentos,
si supiera mezclar los óleos
hasta dar con tu tez y tu
precisa figura,
te inmortalizaría,
como hiciera Sandro Botticelli
con su muy amada Simonetta.
Si en el fuste de mis manos
los cinceles fuesen capaces
de dialogar
con el mármol,
como supieron imponerse los
golpes
de Miguel Ángel Buonarroti
hasta desvelar a la Madonna
que habitaba en su núcleo.
Si yo conociera los prados y
las cumbres
del Cielo, el Purgatorio y
el Averno,
como sin dudas idealizó Dante
Alighieri;
si mi capacidad lingüística,
mi filosofía
y mi erudición
fueran marcadamente
renacentistas,
te enaltecería y ofrecería
lo mejor
de mi verbo en bastardillas,
como hizo el poeta con su
amada Beatriz.
Por todo ello,
y contando con mis
limitaciones y carencias,
créeme cuando te repito cómo
te amo.
Hola Francisco. Seguro que te manejas muy bien pintando con las letras los poemas que haces. Muy buena lección de pintores y obras de arte.
ResponderEliminarAbrazos
Muchas gracias, Isa, por tus palabras. Me alegra que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Decir te amo ya es lo máximo que se puede decir y hace grande a la persona que lo dice, no hace falta ser ningún genio del arte o la escritura.Saludos
ResponderEliminarTienes razón, Charo, pero decir eso mismo con bellas maneras es mucho valor añadido.
EliminarUn abrazo.
Y... ¿para qué más?
ResponderEliminarUn bucle para toda la vida, Tracy.
EliminarUn abrazo.
Que precioso poema. Tu manejas muy bien la palabra amigo Francisco. Ella cree en tu amor y tus versos. Me encanto leerte. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Sandra. Celebro que te guste.
EliminarUn abrazo.