Para cuando me
asomaba
pelusilla a la
barba
empezó a molestarme
el niño que me
habitaba,
a ello contribuían
los compañeros de
instituto
los no amigos
y el gozo
inexplicable
de hacer daño
en lugar de
bostezar indiferencia
o ayudar al débil.
Ahora lo llaman “bullying”.
El trabajo exigía
responsabilidad
y madurez en las
proporciones
adecuadas;
dos elementos
indisociables
con las alegres
aguas de la infancia…
Y se fue diluyendo
en la necesidad de progresar.
Pasó el tiempo
dejando su mácula
y, ahora, con la
barba cana,
vuelvo a revivir al
niño
que venía de
fábrica;
y si bien nada es
lo mismo,
apuesto por la
ternura, la compasión,
el respeto y la
aceptación
de la inocencia,
como gel que lava
las rebabas de la
vida.
Eso de compartir redes , como hacemos tú y yo, hace que nos leamos muchas veces, bueno , que te lea pues yo publicar lo que se dice publicar lo hago poco y lo de escribir ...tampoco mucho que digamos.
ResponderEliminarCuántos niños sufren/ han sufrido " acoso" en silencio ...
Me gusta como lo dices y , como siempre , buen poema el que nos vuelves a dejar. Un abrazo .
Es un honor que tú me leas y que comentes y apruebes lo que hago. Muchísimas gracias, Chelo.
EliminarUn abrazo.
El niño, me refiero a tu niño, siempre está presente en tus letras y supongo que en tu vida. Por eso estás lleno de amor y en todo lo reflejas. Sin ese niño imposible sobrevivir con tanta ternura como tienes.
ResponderEliminarFuerte abrazo.
Muchísimas gracias, Sara, por ese concepto que tienes de mí.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hola Francisco. Que bien escribes parte de la niñez que te tocó vivir.
ResponderEliminarMe gustan las metáforas.
Tanto en la niñez como en la vejez el respeto ha de ser mutuo. Tofos debemos ser respetados en todas las edades, pero somos malvados.
Abrazos
Es muy cierto, Isa, que hay bastante de malvado en las personas, algo que solo lima la educación y el ejemplo en familia.
EliminarUn abrazo.
¡Precioso! Con qué claridad y belleza nos resumes el paso de la infancia a la adultez y viceversa, pero esto último con toda la madurez y sabiduría que pone la vida en unos ojos que nunca dejaron de mirar con asombro e inocencia.
ResponderEliminarFelicidades!
Un abrazo
Muchas gracias, Maite, me alegro que te haya gustado.
EliminarUn fuerte abrazo.
El hecho de llevar gafas y ser pelirroja fué la causa de sentirme muchas veces acosada a base de adjetivos ( no los quiero decir aunque me acuerdo muy bien de ellos) que me hicieron tener una serie de complejos en mi infancia y adolescencia que siempre oculté para poder pasarlo bien y jugar cómo si nada me ocurriera. Menos mal que con el paso de los años esos complejos desaparecieron y ahora los recuerdo cómo algo anecdótico de mi infancia que me ayudaron a ser más fuerte.Saludos
ResponderEliminarTienes razón en lo que dices: quien lo supera se hace mucho más fuerte, pero es un acoso muy perverso.
EliminarUn abrazo.
Apuesto por lo mismo que tú y creo que es apuesta segura.
ResponderEliminarMil gracias, Tracy. Vamos de la mano y cambiemos hostilidades por caricias.
EliminarUn abrazo.