Hace tiempo que no abre la
boca
para quejarse, que no
manifiesta
el dolor que siente, ni
menciona
la barranquera por la que se
ha precipitado,
haciéndose tan frágil e
invisible
a las miradas ajenas.
Ni siquiera es contado como
integrante
de esa masa en crecida de
los sintecho;
aún no lo ha perdido, aunque
no es propio:
duerme en una casa de
acogida,
un lugar común para esa
legión de comunes
que se hacinan buscando
cobijo y sueñan
en ser transportados a otra
realidad.
No pide. Sus necesidades son
muy escasas.
Cada medio día, hace fila
ante un comedor social
donde su hambre queda mitigada
hasta el día siguiente. En
su mirada,
la languidez de una historia
no contada
que no le gustaría recordar…
¿Familia?
Nadie nace por generación
espontánea.
En su calendario, el hoy;
en la memoria, que hace por
olvidar,
el ayer. El inamovible
pasado.
El tema que tratas en este relato, provoca indignación por la humanidad o mejor dicho por los inhumanos...un planeta que lo tiene todo y para todos...una riqueza mal compartida que si se utilizara podría generar fuentes de trabajo que a su vez, creara invernaderos, sistemas de riego, e innumerables sembradíos para producir comida suficiente...pero no. Se utilizan esas riquezas para explorar el espacio...para crear virus y medicinas que hagan la vida mas dependientes de productos químicos que a la vez enriquezcan mas a los que ya tienen de todo...Estoy un poco hartita...el mundo que antes veía con buenos ojos, de repente se ha ennegrecido y me produce dolor...y disculpa que me desvié del tema, pero el mundo se ha vuelto barranquera abajo como dices... te dejo un beso en la distancia
ResponderEliminarComprendo y te agradezco que expongas aquí tu indignación. Muchas gracias.
EliminarUn beso.
Una triste historia, que no nos deja indiferentes, duele en el cuerpo y en el alma, Framcisco. Como esta muchas más que no conocemos y que desfilan ante nuestros ojos, como muestra de un mundo injusto e insolidario, que nos ha tocado vivir y que nos pesa...
ResponderEliminarMi abrazo y mi ánimo, amigo.
Gracias, María Jesús, solamente ve quien quiere mirar y compadecerse, pero esa es la realidad de nuestras ciudades.
EliminarUn abrazo.
Muy triste, y emotivo poema, fiel a una gran realidad , a veces invisible .
ResponderEliminarMás invisibles que a veces, Amapola, y es que somos nosotros los que no queremos ver la desgracia ajena.
EliminarUn abrazo.
Me ha conmovido profundamente tu poema. Apenas describes un personaje, con pocos trazos geniales, y ya siento el gran dolor de él.
ResponderEliminarMe ha encantado. Mi admiración para ti.
(girasol bien fecundo, que cada vez que mira al sol del nuevo dia produce una jugosa pipa-poema!) ;)
Abrazo :)
Preciosa tu metáfora del girasol, poeta Volarela.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hola Francisco. Es el pan nuestro de cada día. Cada día hay más personas necesitadas. Son tiempos malísimos y no sé donde vamos a ir parar. La economía esta muy chunga.
ResponderEliminarAbrazos
Nos acercamos a un estallido social del que muchos van a caer por los márgenes, Isa.
EliminarUn abrazo.
Nos indignamos, nos dolemos, pero ¿hacemos algo? Aunque sea ayudar en ese comedor social. El mundo no lo cambian "los de arriba", sino los de abajo.
ResponderEliminarAlgunos sí que hacen un voluntariado social muy importante, lo conozco muy de cerca este asunto.
EliminarUn abrazo.
... y también el inamovible futuro que se vislumbra.
ResponderEliminarBesos
El futuro se presenta muy oscuro e indefinido, por más tiempo del que imaginamos.
EliminarBesos.
Que lamentable y triste situación la de tantos seres humanos que tienen que ir a comedores sociales mal viviendo ese hoy y sin ningún futuro alentador.Saludos
ResponderEliminarTristísima, Charo, pero una realidad incuestionable que va en aumento.
EliminarUn abrazo.
Más quienes ni siquiera esa ayuda tienen... Ay.
ResponderEliminarGran abrazo.
Tienes razón, Sara. No en todos los lugares existe esa mano misericordiosa que da de comer a los últimos.
EliminarUn abrazo.
Un poema conmovedor, como el, muchos por este mundo agonizante...... Saludos amigo.
ResponderEliminarEs verdad, Sandra. Escribo desde España y con la visión de lo que aquí sucede, pero la mayor parte de la humanidad está abandonada a su suerte y ni siquiera cuenta con manos que comparten porque son manos que nada tienen.
EliminarUn abrazo.