Vida a vida, demacrada,
marchitada,
sin aire,
se fueron apagando mansamente
en soledad y silencio
rotundo.
Qué misteriosamente dejó de
parpadear
el pabilo mortecino hasta
embarcar
en el último suspiro
sin aire, sin aire, sin
aire,
sin un soplo de esperanza,
sin el entorno familiar que
arropa
por la sabia savia común
y llora en silencio
nocturno, oscuro
y desesperanzado…
Así, con la profilaxis de un
infectado,
a la espera de que pase la
arena
de ese volátil reloj del
tiempo.
Un sumando, otro dígito más
a la interminable
estadística
de quienes hacen el tránsito
en el lóbrego abandono
familiar forzado,
con la esperanza de
encontrar
al barquero misericordioso
que no exija el óbolo por
anticipado.
Así, sin despedida ni responso,
tan solo con el visado
que le franquea el paso al
crematorio.
Solo, solo, solo…
Y este frío intenso
que me parte el alma.
Francisco, así es como se están muriendo los abuelos y abuelas en las residencias. Una pena todas las desgracias que les han tocado en la vida. Esta es una guerra sin armas y como no se sabe donde va a disparar porque es silenciosa y no se ve, cuando se encapricha de alguien con muchos achaques se lo lleva sin más. Tenemos una gran desgracia con el Covid-19
ResponderEliminarAbrazos
Es una triste realidad, Isa, a la que no podremos acostumbrarnos nunca.
EliminarUn abrazo.
Al menos dentro de lo malo tengo la "suerte" de poder estar todos los días en el hospital con mi enfermo particular....él no va a estar sólo.Saludos
ResponderEliminarSin duda alguna que es una suerte para ti y para tu enfermo tan particular. Ojalá se recupere pronto y pueda volver a casa.
EliminarUn fuerte abrazo.
"Vida a vida, demacrada, marchitada,
ResponderEliminarsin aire,
se fueron apagando mansamente
en soledad y silencio rotundo."
Has tenido fuerza, generosidad y entrega para escribir este poema, Francisco. Les has acompañado en la distancia y eso vale un mundo, amigo.
Mi felicitación y mi abrazo admirado y agradecido.
No me quito de la mente esa imagen de la pista de hielo cubierta de féretros haciendo espera para la incineradora, María Jesús.
EliminarUn fuerte abrazo.