Devuélvele una sonrisa
a esta mariposa liviana y sutil
que sobrevuela la adversidad,
este tiempo desnudo y desnaturalizado
de entrega virtuosa
tomado y cedido de flor en
flor.
Siéntate en la cornisa
de su agitación volátil,
en el alféizar sin datar
de su conversación pausada
y ayúdale a devanar
la madeja de su hilo de
ámbar,
en tanto vuelve a repostar
de los labios enamorados
donde los decires son
rompientes de nácar a edad
cristalina.
¡Oh arpegio silente, oh
cabriola,
abrazo sonoro que canjea
latidos de amor en néctar
de paroxismo apasionado;
dame tu liviano vuelo
a cambio de légamo
de esta sonrisa que te busca.
Envidiamos el vuelo, el colorido, el movimiento liviano de la mariposa, ajena a las miserias humanas. Feliz en su ignorancia de una existencia efímera. Feliz porque olvidó su pasado de oruga. Triste reencarnarse en vida para unas pocas horas.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Triste es saber que se tiene una vida triste, pero la intensidad de la corta vida de una mariposa, si sabe que tiene una muerte fecunda que se transforma en otra vida... Sólo lo dejo en duda, Cayetano.
EliminarUn abrazo.
Tras escuchar a Monseñor Cañizares, a jefe de los empresario Rossell o a la prima del rey no hay poeta ni mariposa que me haga sonreír, más bien lloro de vergüenza.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo me seco mis lágrimas con suspiros líricos, Emilio. Pero ciertamente padezco las mismas alergias.
EliminarUn abrazo.
Cuesta muy poco devolver la sonrisa y con ello consiguir transmitir un momento de felicidad. Tal vez con un simple gesto hayamos contribuído a devolver la esperanza perdida.
ResponderEliminarBesos
Siempre son acertados tus comentarios. Mil gracias por tu presencia.
EliminarBesos.
Tanta magia que cabe en esos aladitos seres. Cuidando su hábitat, puede ser posta ellas nuestra correspondencia de sonrisa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Sara, por tu presencia en mi humilde casa de letras.
EliminarUn abrazo.