A Esther MaCo, con todo mi afecto.
El sol camina hoy fatigado, sin furia,
y el día se ha vestido
de luto aliviado,
mientras el reloj trenza sus horas
sin respiro alguno.
Tengo una jaula vacía
con la puerta feliz, abierta:
no hay trinos,
no hay alpiste
y el agua se ha teñido de verde;
tampoco hay encierro
ni oscila el columpio,
ni habita entre los barrote la música
carcelaria.
El transistor se ha agotado
de tanta publicidad repetitiva
y sólo hay música en los labios
de quien pasa silbando
junto a la ventana.
Es la sobremesa,
pero como si tratara de amanecer
de nuevo, bosteza la tarde.
Pareciera que la ciudad duerme
y en el bazar chino
los ojos siguen oblicuos y despiertos:
hay de todo a buen precio
y baja calidad.
Alguien ha entrado
buscando un desavío
y el chino se agita haciendo caja.
Debe seguir girando el mundo,
pero sigo sin notarlo,
como tampoco sé explicar
la utilidad de medir el tiempo
sin dejarlo crecer infinitamente.
Pronto llegará el anochecer
sin que se produzca el ocaso.
No. No me lo explico:
nos gusta lo extraordinario,
pero se nos embarrancan los días
cuando éstos son anómalos.
Hay días que solo cumplen la función de llenar un hueco en el calendario, anodinos,vacíos y reiterativos.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Gracias, Cayetano, por tu lectura asidua y vivaz.
EliminarUn abrazo.
Somos seres minúsculos en un universo gigantesco.
ResponderEliminarUn abrazo.
Todos somos piezas de un mismo Mecano, donde una pieza menos no sería el mismo conjunto.
EliminarUn abrazo.
Los días anómalos son todos aquellos en los que sin darnos cuenta hemos dejado al tiempo infinitarse...extenderse ante nuestra cautivada mirada asomada al balcón del pensamiento.
ResponderEliminarAsí he entendido yo tu poema.
:)
Besos.
Siempre me quedo atento a leer tus comentarios, siempre complementarios.
EliminarBesos.
Despotricamos de la rutina pero , a veces, es preferible hay sorpresar que no son gratas.
ResponderEliminarBuen poema , como siempre . Un abrazo .
Mil gracias por tu comentario, Chelo. Contigo está más completo el poema.
EliminarUn abrazo.
Quizás tantos días de lluvia haga caer la vida en la rutina y monotonía, por momentos la lluvia es abundante y no apetece salir a la calle nada más que para lo imprescindible. En Andalucía estamos acostumbrado a la luminosidad del día...ya verás cuando el tiempo cambie y salga ese sol abrazador como la vida cobra una nueva dimensión.
ResponderEliminarBesos
Tienes razón, la primavera es como el péndulo del tiempo y cambia mucho de una posición a otra. Suponemos que cuando salga el sol, el campo aparecerá exuberante.
EliminarBesos.
Me gustó mucho esa tarde bostezando. Es una fotografía muy interesante de esa tarde/noche.
ResponderEliminarUn abrazo de anís.
Muchas gracias, Sara, por seguirme en mis bostezos.
EliminarUn fuerte abrazo.