El día invita a pasear. El sol se
ha tomado el día libre y debe andar oculto por entre las trasparencias grises
de los cielos, pero lo cierto es que sólo filtra una luz tamizada que ya se va
haciendo algo opaca. Los escaparates son voceros que incitan a participar del
impulso compulsivo y en la cartelera no hemos visto ningún atractivo irrefrenable
para dos horas de cine. Algunos comercios no están vacíos, pero hay más gente mirando
que pasando por caja; los carteles anuncian rebajas sobre las rebajas, pero los
bolsillos están remisos y simulan ir cosidos.
Nos dejamos llevar por los pasos,
sin rumbo predeterminado ni objetivo. En la calle peatonal no hay humos ni
ronquidos mecánicos, pero sí las mismas escenas de ayer y de siempre y un
vocerío imprudente que invita a escapar. Por encima de las azoteas y tejados
los grises se hacen más parduzcos y la brisa anuncia la inminente apertura de
paraguas. Compartimos el que llevamos y nos obliga a un mayor acercamiento. En
la proximidad hay casi un ruego de volver sobre los pasos, pero ya
repiquetean las gotas de lluvia sobre el
acerado y acordamos buscar refugio. A la izquierda el Starburst Café y a la derecha el hotel
Alfonso XIII.
Hotel Alfonso XIII - Sevilla |
Sin entrar en disquisiciones y con la urgencia de
refugiarnos de la lluvia, cuando quisimos darnos cuenta estábamos subiendo las
escalinatas del hotel y de inmediato, un uniformado diligente, se ocupó del
paraguas. No lo tenemos por costumbre, pero antes de que pudiéramos reflexionar
en ello, estábamos acomodados en uno de los salones. Curioseamos la carta y nos
decidimos por té. “¿Y unas pastas?” —nos ofreció el diligente camarero— Ella se me
anticipó asintiendo con una mueca de aprobación. Desde el rincón, los acordes
del piano revestían el ambiente de mayor acontecimiento portentoso. Mientras
disfrutábamos de lo insólito con diálogo pausado, me vino a la memoria el té de
los martes de amiga Luján Fraix, y desde entonces asimilo su invitación semanal
al lujo del hotel cinco estrellas que uno usa en contadas, en muy contadas y extraordinarias
ocasiones.
Supongo que llevarías tarjeta de crédito, pues en un sitio así te cobran el entorno y el ambiente.
ResponderEliminarCierto que se trata (se trataría de ser cierto y no ficción) de un capricho caro, pero no tanto como pensamos. Si lo que buscas es beber, no lo hagas en un establecimiento de cinco estrellas; si lo que quieres es alegrar tu espíritu con un simple te o una copa en lugar de media docena, date el capricho de un gran establecimiento: encontrarás un montón de añadidos que nunca se hayan en una bodega o en el bar de la esquina. Se trata de cambiar cantidad por calidad, por un capricho que no puede ser de a diario.
EliminarUn abrazo
Y un añadido puede ser unas vistas como estas.
EliminarUna tarde deliciosa .. sin ninguna duda..
ResponderEliminarUn cálido abrazo
Descubro, para quien todavía no lo sepa, que mi vida profesional transcurrió en los hoteles.
EliminarEs cierto, Aris, una tarde deliciosa y en muy buena compañía, gozando de un entorno que son complementos que no se digieren, pero se disfrutan.
Un abrazo
Un lugar muy hermoso genial para relajarse. Te mando un beso y te me cuidas
ResponderEliminarBienvenida, Citu, creo que es la primera vez que llegas a mi rincón y lo haces muy afectuosamente. Muchas gracias y mi reciprocidad contigo.
EliminarUn abrazo
Yo hubiera hecho lo propio porque lo que más me gusta del té o el café son las pastas. Un saludo desde mi mejana
ResponderEliminarNo es lo mismo un té hecho directamente en la taza o en una tetera de acero inoxidable que en un juego de porcelana; no es lo mismo el ruido del ambiente o del hilo musical o la tele de fondo que un pianista tocando en directo; no es lo mismo un taburete de cafetería que el salón de un gran hotel...
EliminarYa sabes, Felipe, barriendo para casa.
Un abrazo
¡Bonito blog, Francisco!He visto tus comentarios muchas veces en el blog de Emilio, y hoy por fin, me he decidido a pasar por aquí. Me ha paraecido un lugar acogedor y entrañable por lo que he decidido quedarme. Un abrazo
ResponderEliminar¡Bienvenida, Pilar Begoña! Si ya has brujuleado por mi blog verás que Emilio y yo somos muy distintos, pero nos complementamos, nos respetamos y hasta nos tenemos cariño. Te agradezco la decisión tomada y espero no defraudarte.
EliminarUn abrazo
Pues no esta nada mal este te con pastas en el Alfonso XIII, un hotel con solera, donde los haya. Hoy no está el dia para disfrutar paseando, Francisco. Que tengas buen día, a pesar de todo. Saludos.
ResponderEliminarYa sabes, Paco, que no soy mentiroso, pero que fabulo cuanto puedo. Aunque lo que comento más arriba es totalmente cierto. También es más barato el cine que el teatro, pero ¡donde se ponga una representación en directo...! Algo similar sucede cuando entras a tomar algo a un gran hotel, no se trata de una catarsis, pero sí de una experiencia única.
EliminarUn abrazo
No hay nada como una tarde de lluvia en buena compañía.
ResponderEliminarAyer me compré un té de vainilla y caramelo, la verdad es que huele mejor que sabe, pero... huele tan bien.
Un abrazo Francisco.
La compañía siempre está por encima del producto y del entorno; por eso sueño con tanta frecuencia en desplazarme a Córdoba y tener un encuentro contigo, conocernos, presentarte a Pepita, mi musa, y disfrutar de tu compañía.
EliminarUn fuerte abrazo
De vez en cuando hay que darle gusto al cuerpo. Y ese hotel es todo un lujo. Creo que con la crisis tienen hasta precios asequibles, no como ocurría antes.
ResponderEliminarUn saludo.
Das en el clavo, Cayetano, darle un gusto al cuerpo o más precisamente al espíritu. En esta ocasión ha sido ficción, pero si pruebas lo que digo seguro que te alegrarás.
EliminarUn abrazo
Pues a juzgar por la foto, el sitio es maravilloso. La lluvia quiso agasajarle ayer, monsieur, y ofrecerle un hermoso momento junto con el te.
ResponderEliminarFeliz día
Bisous
Si acaso vuestros compromisos no os obliga a alojaros en los Reales Alcázares, Madame, este es vuestro hotel idóneo. Fue inaugurado por el rey que lleva su nombre con motivo de la Exposición Mundial de 1929. Me encantaría hacer el esfuerzo económico de agasajaros en este hotel, si acaso decidís venir por la ciudad.
EliminarBisous
Algunas veces vienen bien estas emergencias, que si no fueran por ellas, igual no hubierais entrado en ese "modesto hotelito"
ResponderEliminarMe alegro que que hayáis disfrutado de este delicioso te con pastas.
Feliz tarde de martes.
Muchas gracias, Katy, pero al precio al que lo he hecho en esta ocasión está al alcance de todo aquel que pueda cerrar los ojos y soñar.
EliminarBesos
Un día de lluvia como el que tenemos hoy.Un día tal cual bien se puede permitir uno un capricho, tampoco se trataba de un almuerzo...yo solo he visto este hotel desde el exterior, he estado tomando café pero en los Lebreros.
ResponderEliminarBesos.
http://ventanadefoto.blogspot.com.es/
Hay una distancia casi insalvable entre uno y el otro hotel; pero como dices, ¡un día es un día!
EliminarBesos
Un bonito regalo que te hizo la lluvia.
ResponderEliminarY un saber disfrutar los regalos inesperados.
Besos
Gracias, Añil. ¿Nunca te he dicho lo mucho que me gusta que vengas a verme? ¡Chiiiit, guárdame el secreto!
EliminarBesos
Pero primo!!!! eso es la sal de la vidaaaaaaa!!!!! sitios tan imposibles han de ser visitados en contadas ocasiones!!! creo que así se disfrutan y se saborean más.
ResponderEliminarYo también quieroooooo!!! ainsssssssssssssssssss!!!
besos mil.
Guardo un paquete de sal de la vida para cuando vengas; no tarde: lo saborearemos.
EliminarBesos
Un regalo inesperado como el que mencionas de Lujan con su te de los martes, creo que es el dia, ejejje
ResponderEliminarUn día de lluvia tiene su encanto, al menos para mi.
un abrazo
Han sido los martes de Luján quines han inspirado esta entrada. Espero impaciente a que entre y tomemos todos juntos el té.
EliminarUn abrazo
Con gusto hubiera tomado yo un te con pastas en un lugar tan acogedor y bonito, pena que me quede tan lejos.
ResponderEliminarPues preguntando se llega a Roma, así que te espero.
EliminarUn abarazo
Bonito lugar para “refugio” con té con y pastas, una vez al año no hace daño.
ResponderEliminarUn abrazo.
La verdad, José, es que para el bolsillo de un jubilado lo que haría daño sería hacerlo a diario.
EliminarUn abrazo
No hay mal que por bien no venga, gracias a la lluvia llegaste a ese tranquilo y lujoso lugar.
ResponderEliminarUn abrazo.
En confianza, Rafael, gracias a la lluvia me quedé en casa y tuve que inventármelo todo.
EliminarUn abrazo
Pues, en ese caso, te felicito por tanta imaginación.
EliminarMuchas gracias, Rafael,
EliminarLas tardes se tornan remanso apenas caen cuatro gotas de lluvia cadencial.
ResponderEliminarSi además se tercia un lugar tan acogedor como el que (¡muy, muy bien!)describes, no habrá pastas ni té que se resistan.
(me embargaba una impresión como de estar mano a mano con Don Benito Pérez Galdós...)
Un placer siempre leerte, Francisco
Abrazo
Esto es de lo más grande que me han llamado nunca, PMPilar, pero seamos sinceros: no sólo nos separan la vida y los años, sino toda la calidad literaria en su favor. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo
Buen sitio para tomar el té, aunque yo soy más de café.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo también disfruto más del café, pero no me niegarás que el té en el salón de un gran hotel es como más elegante.
EliminarUn abrazo
AY... FRANCISCO GRACIAS POR ACORDARTE DE MI Y DE MIS TERTULIAS DEL TÉ. SABES YO CREO SER LA UNICA ARGENTINA QUE LO PREPARA, ES UNA COSTUMBRE ENTRE LAS AMIGAS DE CANADÁ Y DE EEUU REALIZARLO TODOS LOS MARTES. YO SOY LA UNICA QUE ME HE SUMADO.
ResponderEliminarGRACIAS POR ESTE TÉ TAN RICO CON PASTAS, ME ENCANTAN LOS DULCES... SON DULCES NO?.
BESOS GRANDES
CARIÑOS MILES PARA TI. NO ERES MUJER NI TE VISTES DE BLANCO PERO TIENES EL ALMA NÍTIDA.
ABRAZOS.
¡Por fín, te esperaba!
EliminarGracias por aceptar la broma. Cada martes me invitas a té en tu casa y me lo sirves de las formas más variadas y elegantes. Lo que he pretendido era justa correspondencia.
Para colmo, me regalas un piropo precioso que me ha llegado al alma.
Besos
Ese hotel debe ser un buen lugar para refugiarse de la lluvia y más cosas, lástima que las tarifas no sean de rebajas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Las tarifas están por las estrellas, por las cinco estrellas de su categoría y lujo.
EliminarUn abrazo
En mis pocas visitas a Sevilla lo he mirado desde fuera y me ha parecido un lujo de hotel a la vez que me ha picado la curiosidad por verlo pero...nunca lo vi, y ahora que te leo pienso que un te y unas pastas no arruinan a casi nadie, a que si? lo tendré en cuenta la próxima vez, por la foto que has puesto creo que merece la pena
ResponderEliminarBsss
Ahora, Rita, completamente en serio. Todo el mundo debería experimentar esta aventura que en esta ocasión ha sido ficción. No digo que ir a un banquete, pero darse el gusto de sentirse por un rato cliente y tomar un café, un té o una copa, para una ocasión, es muy placentero y factible.
EliminarBesos
¡Qué lujazo poder entrar en ese hermoso edificio! Imagino que, por lo menos, un té o un café se podrá tomar a un precio no demasiado prohibitivo, ¿no?
ResponderEliminarUn abrazo
Eso es precisamente lo que le he comentado al anterior, que es factible y recomendable darse el gustazo y experimentarlo.
EliminarUn abrazo
A salvo los asuntos de la cartera, hizo usted una buena elección. Antes el salón del Alfonso XIII al de ese otro local de nombre ajeno. Un abrazo.
ResponderEliminarLo peor de ese otro local es que te ponen un café extraño, servido en un vaso de porespan, tapado y perforado por una pajita. La clientela, en muchas ocasiones, sale a la calle paseando con el café en la mano.
EliminarUn abrazo
Qué preciosidad!! En ese ambiente da gusto tomar un té y sacar la libreta de los versos, que seguro cae alguno en referencia a mi sevillano amigo Bécquer... que way!!
ResponderEliminarUn abrazo, corazón!!
Pues sí, Merche. La ocasión es para reposarla y vivirla intensamente: el mobiliario, el ambiente, la música, el lujo, las obras de arte... y como no, plasmar las impresiones captadas por escrito.
EliminarUn abrazo
Yo disfruté el té escribiéndolo, Rosamaría, así que estamos empatados. Gracias y bienvenida.
ResponderEliminarSaludos
Hola Paco, que romanticismo, lluvia, paraguas, té, pastas. Si no hubiera sido por la lluvia tal vez no hubierais entrado a tomar té No podríamos haber leído tan sencilla pero bella narrativa. No podríamos a ver disfrutado de esa foto tan bonita. Seguro que yo no veo esa entrada del hotel nunca, pero ya la he visto por la foto que tomaste al entrar.
ResponderEliminarSaludos y besos
A ti no puedo engañarte, Isa. Mal tiempo, paralizado en casa por un dolor de ciática que no me permitía ir a la calle. ¿Qué hago, quejarme de forma introspectiva sin encontrar alivio? ¿Amargarme, o evadirme idealizando una situación verosímil pero incierta? Finalmente, todo está en la mente.
EliminarBesos
Ahhhhhhhh, no importa, la foto la tomaste otro día que entraste con tu señora. Lo has contado con retraso pero lo has vivido.
EliminarAyyyyyyyyy, qué pillín eres jajajaja
Paco, si es que hay posturitas que hay que tener cuidado cuando se hacen para que no nos pille el nervio ciático :-)
Al menos soñaste y seguro se alivió un poco neuralgia.
Saludos y besos
Cuando visité Sevilla también me tomé un te en esa galería .
ResponderEliminarUn ambiente muy agradable para descansar un rato.
Me alegro, Fran. ¿A que es tal como lo cuento? Gracias por llegar a mi casa y bienvenido.
EliminarSaludos
Y que podáis seguir tomando ese tecito con pastas durante muchísimas contadas ocasiones os deseo yo,que hasta aquí llega el
ResponderEliminarambiente y el olorcito,mmmm
:)
Besos.
No me extraña lo del aroma percibido: tú eres muy imaginativa.
ResponderEliminarBesos