Jorge Bender, sacerdote argentino
y misionero franciscano, explicó en una entrevista: “África no me necesita a mí, soy yo quien necesita a África”. Ellos
me han enseñado con su estilo de vida, con su forma de compartir de preocuparse
por el otro, lo mismo que el apóstol Pablo cuenta el libro de los Hechos de los
Apóstoles sobre las vivencias de las primeras comunidades cristianas y cómo
todo lo ponían en común. Eso que en la sociedad del primer mundo es impensable,
es una realidad allí donde muchos mueren de hambre o de enfermedades que se
suponen erradicadas o podría hacerse con una buena distribución de vacunas.
Para estas personas, el bien
propio es algo similar a yo soy porque
nosotros somos; humanidad hacia los otros, confraternidad con y para todos.
Para estos seres tan primarios, desde nuestro punto de vista, la persona se
hace humana a través de las otras personas. Es la persona que se alegra con el
bien ajeno, con la destreza o capacidades del otro, que sufre con los
padecimientos ajenos y se alegra con los logros del otro. Una sociedad donde no
se conoce la envidia, donde la rivalidad se hace cooperación, donde la dicha de
uno está en que el otro sea igualmente afortunado, donde todo se pone en común.
Una sociedad donde la vida, la supervivencia, tiene todo el sentido, pero no
con la medida de nuestro tiempo, sino con otra pausa donde el tiempo no urge a
nadie ni para nada, donde ayudar al otro es ayudarse a sí mismo. Un pueblo
primitivo, de donde tendríamos mucho primitivismo que aprender.
Hola, Francisco:
ResponderEliminarEse debería de ser el verdadero sentido de vivir en sociedad, una sociedad adonde prime el bienestar general y no el particular.
Desafortunadamente, en nuestro medio la realidad es otra, y no aprendemos de los buenos ejemplos que ellos nos dan.
Un abrazo.
Precisamente ese ha sido el interés en presentar esto: la distancia moral entre unos y otros.
EliminarUn abrazo
¡Qué lejos estamos de esa forma de vida! En estos momentos el dinero lo es prácticamente todo para los que lo tienen e incluso para los que carecen de él. Un saludo desde mi mejana
ResponderEliminarNo son kilómetros, Felipe, son años luz.
EliminarUn abrazo
Ojalá fuesemos tan privitivos como ellos ...
ResponderEliminarUn cálido abrazo
El problema es que somos nosotros quienes hemos puesto nombre, no ellos.
EliminarUn abrazo
Una parábola que me gusta mucho sobre este tema es aquella del cielo y el infierno y las varas de bambú de 2 metros..
ResponderEliminarUn hombre que había sido muy bueno y caritativo con el prójimo muere y mientras es llevado al cielo por un ángel, ve hacia abajo un lugar donde hay muchos comensales alrededor de mesas con platos de arroz. Pero los platos estaban llenos porque para comerlos solo podían usar unas varas de bambú de 2 metros de largo, por lo que se les hacía difícil llevar el arroz a su boca..
Que lugar es ese? Pregunta el hombre
Es el infierno…responde el ángel.
Al llegar al cielo el hombre se sorprende al ver que también hay muchas personas alrededor de mesas llenas de platos de arroz
Estoy en el infierno? - pregunta
Y el ángel dice: No, observa
El hombre vio que los platos no estaban llenos porque cada una de las personas alimentaba con la vara a la persona que tenía enfrente y así se ayudaban mutuamente a comer
“Si quieres ser feliz, dedícate a hacer feliz a los demás” ese debería ser el lema de las personas que insisten en que la felicidad no las alcanza…...siempre un placer leer tus post querido amigo Francisco
Precioso relato, Garabata, muy, muy bonito. Mi gratitud.
EliminarBesos
Te confesaré que el título me había sonado a otra cosa, y había pensado ¿qué hace Francisco haciendo una entrada del sistema operativo "Ubuntu"?.
ResponderEliminarYa veo de dónde nace la palabra y ahora me quedo más tranquila porque lo tengo instalado en un portátil que nos hace muy feliz y que nació como una idea colaborativa entre muchos programadores. ;)
Un abrazo por tu entrada.
No, Laura, mis pinitos informáticos no me dan para tanto.
EliminarUn abrazo
Realmente donde se guarda la esencia de la vida es en estas pequeñas tribus que quedan diseminadas por la faz de la tierra. La gente que vivimos en sitios tan modernos no hemos entendido nada, y asi nos va.
ResponderEliminarun abrazo amigo
Ya conocía el significado de la palabra UBUNTO, lo que ocurre es que mientras no nos lo creamos todos de poco sirve. Es como decir todos vamos en el mismo barco pero los que remamos somos siempre los mismos. Solo nos reconocemos en los demás, eso está claro, no somos islas pero a pesar de todos los siglos que han pasado seguimos matándonos entre nosotros.
ResponderEliminarBss
Tú lo sabes todo, Katy. A pesar de todo, nos seguimos empeñando en ser islotes y poner el paraíso a nuestros exclusivos pies.
EliminarBesos
El pasado año escribí sobre esta regla africana http://www.blogger.com/blogger.g?blogID=4323028541138024934#editor/target=post;postID=4150633025404944647 en la que manifestaba que la Unión Europea no tiene Ubuntu.
ResponderEliminarUn abrazo.
No he podido abrirlo, pero seguro que sería mejor que el mío.
EliminarUn abrazo
Buenos días, querido amigo Francisco.Me ha emocionado este escrito.
ResponderEliminar¡Cuanto tenemos que aprender de los necesitados!
puee que algún día la humanidad se decuenta que el egoismo no nos hace felices y lo compartemos todo.
Un abrazo con todo cariño.
La felicidad, Josefa, está en compartir, como bien sabes.
EliminarUn abrazo
¡Cuanto tenemos que aprender de ellos!.
ResponderEliminarMe ha emocionado. Un abrazo
Gracias, Chelo por tu continua presencia.
EliminarBesos
Magnífico el mensaje, la moraleja que nos deja los niños del pueblo de Ubuntu; ¿Cómo pueden dormir tranquilos gente que les va muy bien, sabiendo que hay gente sin techo, sin trabjo, que no tienen para comprar un muñequito de plástico a sus hijos? No hace falta decir mas. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Paco. Esa pregunta nos la formulamos muchos, pero no sólo duermen sino que se afanan en el más y más.
EliminarUn abrazo
De mirarnos tanto el propio ombligo no caemos en la cuenta de que hay otros pueblos que nos pueden dar lecciones. Tenemos mucho que aprender de los demás.
ResponderEliminarUn saludo.
En humanidad y virtudes, desde luego que nos dan lecciones y hasta cátedras.
EliminarUn abrazo
Ojalá nuestra felicidad no dependiera de la tristeza de otros.
ResponderEliminarOjalá se repartiera la felicidad.
Un abrazo Fco.
Así es, Elena. El acaparamiento de unos hace imposible la igualdad y en muchos casos hasta la vida misma.
EliminarBesos
Un inmigrante senegalés que conozco me decía que con lo que él envía a su tierra comen no solo sus mujeres, sus hijos o sus padres, sino también hermanos, tíos y primos. Solo un plato de comida para cada uno, pero todos iguales.
ResponderEliminarLos niveles de vida de un país a otro varían mucho, pero en todos ellos existen algo que es muy general: cuanto más pobres, más se ayudan entre ellos.
EliminarUn abrazo
Totalmente cierto.
ResponderEliminarLa comunidad,hermandad, unión o como se quiera llamar es lo que da felicidad,porque todos lo están.
Aquí vamos dando palos de ciego con nuestra individualidad a cuestas...
Aprenderemos,vaya si lo haremos.
La fuerza obliga,digo yo...que ya no tengo nada muy claro,la verdad.
Besos.
Aquí ya está pasando que algunas familias están sacando a los abuelos del asilo para vivir con se pueda con la pensión del anciano: la pobreza lleva a la solidaridad.
EliminarBesos
Geacias por tus palabras en mi blog.
ResponderEliminarDe tu entrada puedo decir estupenda, teniamos que pensar y despues opinar porque si fuera asi seriamos mas justos. un abrazo
Esto que hago es una especie de reflexión en voz alta, para llegar a los que pueda llegar y que pensemos en los más desfavorecidos; así que yo ya estoy en ello.
EliminarEl mejor regalo que se le puede hacer a otro bloguero es leerle con atención y comentar sus impresiones.
Un abrazo
Creo que nuestro sentido a la hora de compartir, de fundirnos con el prójimo, se atrofió hace mucho tiempo en el mundo occidental y que deberíamos volver a los orígenes, como ya hicieron los artistas, para poder recuperar eéste y otros sentimientos inherentes en el ser humano.
ResponderEliminarUn saludo
Yo conocí otro tiempo en el que la pobreza era mayor que la que se prevee que vamos a alcanzar, y la solidaridad era también mayor que ahora: el bienestar hace que nos desentendamos del que vive en nuestra misma escalera.
EliminarUn abrazo
Precioso lo que cuentas.
ResponderEliminarVeo que allí la competitividad no existe. Todos son iguales y todos ganan porque así lo desean. Y si tienen que perder todos pierden.
Cuanto menos se tiene, generalmente más se comparte. Una bella lección la de los niños. Cuanto hemos de aprender los del primer mundo.
Bella historia. Preciosa la foto.
Saludos y besos
Tú lo has dicho muy bien, Isa: cuanto menos se tiene, más se comparte. La abundancia da por acaparar; no nos conformamos siendo ricos, sino que queremos más y más. Muchas gracias.
EliminarBesos
Muchas gracias, Rosamaría. Es cierto que ya lo dije, me han comentado de todo y he respondido completando o reiterando lo dicho. Lo que ahora me apetece es darte la bienvenida a mi blog y espero que lo disfrutes mucho tiempo.
ResponderEliminarSaludos afectuosos