Veintipocos años, maestra, ahora les
llaman educadoras, pero hace lo que hicieron desde tiempo inmemorial los
maestros: darse ellos mismos con su ejemplo y sus conocimientos para educar a
los pequeños. Es vocacional. Vive de ello, pero tiene la suerte de haberse
formado y esforzado por lo que más le apasiona. Vive modestamente, porque los
maestros en nuestra patria son y siempre han sido modestos salarialmente
hablando, como si los pilares de la educación, los cimientos sobre los que
cargar las estructuras y las cubiertas del saber carecieran de importancia. Sí,
hay un horario, pero un horario que se distorsiona cada vez que las exigencias
de su trabajo le exigen una entrega más allá de lo estricto.
Esperanza |
Tiene novio y es otro afortunado
que también trabaja pero, de momento, entre ambos, no reúnen las
características necesarias para hacerse con una vivienda modesta y construir el
nido familiar que se proponen, espera
que lleva adelante con alegre sonrisa y haciendo gala de su nombre. De su tiempo libre entrega una buena porción a
darse ella misma en Cáritas y a engullir y masticar los problemas ajenos como
propios. Se inquieta, se preocupa, sugiere, tiende la mano y no cierra la
puerta a la esperanza de quienes ya están desesperanzados. Cuando termina la
jornada, con algo de cansancio, todavía le quedan fuerzas para dar gracias por
ser útil a los demás.
El pasado verano, usando sus
propios medios económicos, se marchó al norte de Argentina como cooperante a
una misión, a quienes entregó su esfuerzo, sus vacaciones al completo y sus
sonrisas. A su regreso era ella la agradecida por lo mucho recibido y por haber
aprendido a vivir con muchísimo menos de lo que aquí usamos, por haber
comprendido que es más cálido un abrazo que una llamada o un whatsapp por el Smartphone.
Por todo ello, mientras tengamos
personas como esta —ella se llama
Esperanza—, llámense como se llamen; mientras entre nuestros jóvenes el caso de
esta veinteañera no sea una rareza sino una cotidianidad, nos queda la
esperanza de subvertir el orden de las cosas y que sean las personas quienes
ocupen los primeros lugares.
Es esperanzador que haya jóvenes así, pues parecía que el voluntariado había quedado para los jubilados.
ResponderEliminarCiertamente hay un número mayoritario de jubilados, pero los jóvenes que están comprometidos son extraordinarios y más en número de lo que imaginamos.
EliminarUn abrazo
Hola Paco, muy bonita la entrada y esta bella sonrisa que llena tu espacio.
ResponderEliminarEnhorabuena a estas personas que son quienes hacen que el mundo sea un poco mejor. Que la esperanza siga latente en el mundo.
Saludos y besos
Gracias, Isa. Ese ha sido el motivo mostrar una esperanza real.
EliminarBesos
Su nombre invita a todo en estos tiempos. Hay que valorar muy mucho la entrega y dedicación de los maestros de hoy en día, siempre vilipendiados, mal pagados y puestos en tela de juicio constantemente. Y en maestros como ella, está el futuro de este país. Mis reconocimientos a ella y a tí por acordarte de esas personas anónimas que tanto contribuyen al bieneestar de este país. Saludos, Francisco.
ResponderEliminarMuchas gracias, Paco. Es de justicia hablar de los anónimos después de tanto protagonismo golfo.
EliminarUn abrazo
Gente buena y vocacional. Conozco a varios así. Pocos, pero que renuevan la confianza en el género humano.
ResponderEliminarPor aquí tengo otra "Esperanza" que no me convence mucho. En el buen sentido del término (no pensemos mal)...¿aceptas el trueque?
Un saludo.
Esa es la renovación que he pretendido, Cayetano; pero de cambio ná de ná: al que le toca, le toca.
EliminarUn abrazo
No hay duda que Esperanza es una educadora vocacional, lo demuestra con sus hechos; desgraciadamente hoy los maestros, por lo general, no son vocacionales; la entrada al grado de magisterio se hace, en muchos casos, como última opción, su nota de corte en la UGR es de 5 desde hace bastantes años, por lo tanto, se cuela en esta carrera los rechazados al ser esta la tercera o cuarta opción, las consecuencias son obvias, las encontramos en las escuelas de nuestros hijos, si a esto le sumamos el desprestigio que los políticos quieren añadirle, más la falta de respeto de estudiantes y padres ya tenemos todo el "guiso" realizado.
ResponderEliminar¡¡Ojala!! tuviéramos muchas Esperanzas y Evelinas (fue maestra de mi nieto durante 3 años), con muchas como ellas, luchando contra viento y marea, nuestra enseñanza sería otra.
Un abrazo.
Te agradezco tu comentario, el cual subscribo, Emilio. Este el el ejemplo contrario de lo que mostró el otro día Jordi Évole en el programa "Callejeros" cuando mostraba cómo funciona la educación en Finlandia, donde seleccionan a los mejores para formar a los niños. Como bien dices, hay ejemplos que llenan de esperanza.
EliminarUn abrazo
Mientras haya personas de esta categoría, hay Esperanza. Son un ejemplo a seguir.
ResponderEliminarUn abrazo Francisco
Por eso he querido traerla aquí como ejemplo, aunque ya me ha respondido en Facebook que ella no lo merece. Como siempre, los buenos son humildes y los engreídos unos ineptos.
EliminarUn abrazo
Gracias a Dios, en el anonimato hay muchas Esperanzas dándonos un ejemplo de honestidad. Gracias Paco por recordalos.
ResponderEliminarCuando vengas a Sevilla te la voy a presentar. Tú sabes que a mí me gusta juntarme con gente extraordinaria por aquello del contagio; no por otra cosa eres mi gran amigo.
EliminarBesos a todos.
¿no te había leído ya esta Esperanza?
ResponderEliminarDe no ser así, quizá un bucle en el tiempo me tenga atrapada...
De todas formas, como te dije la vez anterior, le doy todo mi apoyo a esta joven Esperanza que sabe porque así lo ha aprendido de su propio corazón, que la solidaridad nos humaniza.
Besos para ella y, para tí.
Tienes un fino olfato y yo, como mayor que soy, memoria de lo lejano y no de lo reciente. Ayer hablé de esperanza en medio de la turbulencia en la que nos encontramos y hablaba de luz al final del túnel; hoy traigo esa luz, esa Esperanza de carne, corazón y huesos. Encima hasta es guapa. Es verdad que había hablado de ella, pero me cuadraba a la perfección para rematar el tema que trataba ayer y sobre el que habrá que volver hasta que limpiemos el panorama.
EliminarEstos días está pasando Esperanza días de preocupación por la salud de su padre, hospitalizado, y espero que este pequeño tributo le sirva no sólo como reconocimiento público a su labor, sino como estímulo para su ánimo.
Un fuerte abrazo y un beso.
Pues yo también le dejo mucho ánimo a Esperanza. Y le envío energía positiva para la pronta recuperación de su padre.
EliminarUn beso para todos
Hoy nos dejas la imagen de una juventud muy distinta a la que habitualmente nos tienen acostumbrados. Mi hija también marchó por su propios medios durante más de un año a Bolivia y estuvo echando una manita en un horfanato. Para los que nos quedamos aquí fuen un tanto durao y, en ocasiones surgía, además del orgullo por esa acción, el egoismo del padre que se preguntaba ¿por qué no son las hijas de los demás las solidarias? Un abrazo desde mi mejana
ResponderEliminarLos padres siempre tendemos a pensar que nuestros hijos son más débiles de lo que realmente son. Somos tan sobreprotectores que hasta quisiéramos recortarles la libertad. Creo que es un honor tener hijos comprometidos.
EliminarUn abrazo
Gente como Esperanza me hacen tener fe en el ser humano, creer que aún es posible nuestra salvación.
ResponderEliminarÉsta también es nuestra juventud.
Un abrazo Francisco.
Exacto, Elena, por eso ha venido hoy aquí Esperanza, para demostrar que la luz al final del túnel es una realidad.
EliminarBesos
Siempre dije que la tarea de enseñar era ardua y compleja, retribuciones al margen. Gente como esta joven son la que mueven el mundo, quienes salen en los telediarios mueven sus egos y sus poltronas.
ResponderEliminarUn abrazo.
A mí no me gustaría hablar de los que salen en los telediarios,, sino de las cosas sencillas, de las personas humildes y grandiosas. Creo que lo consigo con frecuencia, pero algunas veces se me va la mente a la actualidad y me contamino.
EliminarUn abrazo
Quiero recordar que esta Esperanza ya es conocida nuestra, su cara no se olvida facilmente.
ResponderEliminarOjalá haya muchas Esperanzas como la que nos presentas.
Un fuerte abrazo para ella y sí, para ti también.
Algún día te contaré mis andazas de juventud y no me fui muy lejos, me quedé en Pinos Puente (Granada).
¡Hola, bruja querida! Te vas a conformar con la explicación dada a nuestra amiga Mascab, como yo me tengo que conformar con esperarme a esa explicación de Pinos Puente.
EliminarEsta tarde estaré con Esperanza y le transmitiré todas las vibraciones, abrazos y besos de vuestros comentarios. Se va a ruborizar, lo sé, pero prometo hacerlo.
Besos
Afortunadamente conozco muchas "Esperanzas" y si no fuera por ellas y ellos aunque d¡se llamen de otra manera el mundo sería un poquito peor, que ya lo es bastante. Son luz y camino a seguir. Felicidaes siempre para ella.
ResponderEliminarBss
Felicidades también para ti, Katy, por conocer y reconocer a personas que se merecen los titulares de lo que debiera ser cotidiano.
EliminarBesos
Yo también la conocí, de tu mano, no hace muchas semanas...
ResponderEliminarAplaudo su vocación, que en verdad ha de ser fuerte, pues si l@s maestr@s no somos vocacionales... agur a todo el invento! La vocación te da la fuerza, y aquí apunto que hay que tener mucha fuerza también en los tiempos que corren, pero una simple sonrisa te devuelve la "esperanza" y quedas más que resarcid2 de tantos sinsabores que también nos rodean.
Que su padre se mejore cuanto. Y felicidades por rodearte de personas así!
Un besote!
;)
Tú también, Edurne, eres para mí una atalaya donde refugiarme, aunque tenga que conformarme con la distancia; una vocacional de la enseñanza a la que admiro, entre otras virtudes.
EliminarBesos
Jóvenes así son los que nos llevan a no perder la esperanza en el futuro.
ResponderEliminarTienes razón, y además estimula mucho.
EliminarUn abrazo
Un ejemplo a seguir y ójala muchos de los jóvenes de ahora fueran tan solidarios, formados y con profesiones vocacionales!!!! Le di tus besos a mi cuñaááááááá y se alegró mucho. Ahora te mando mil besos más.
ResponderEliminarGracias, prima. ¿Le has contado lo mucho que nos queremos?
EliminarBesos
Hoy nos dejas la imagen de la esperanza y juventud.
ResponderEliminarUn beso.
Por eso decía ayer y repito hoy que hay esperanza.
EliminarBesos
Dejemos de lado esa mala opinión que se tiene de los jóvenes y valoremos su lado positivo. ¡Fuera el concepto de Nini!
ResponderEliminarUn abrazo
¡Muy bien Carmen! Hay muchos jóvenes, mayoría, que son muy válidos y estamos ante la general de mayor número de cooperantes de la vida.
EliminarUn beso
¡Cuántas esperanzas nos hacen falta!
ResponderEliminarUn abrazo
Es cierto, pero también es cierto que son muchas; con otros nombres, pero muchas esperanzas.
EliminarEstamos en uno momentos raros, pero aun con suerte entre comillas, tiene trabajo, no aporta a españa pero puede comer. un abrazo
ResponderEliminarHe pasado varias horas, con Esperanza y otras personas, atendiendo a una cola de personas cada día más larga y con problemas más agudos. Hoy es una suerte tener un trabajo, pero no es ninguna garantía de seguir teniéndolo mañana. Toda la ayuda es poca para las muchas carencias.
EliminarUn abrazo
Así es Francisco, las personas somos los únicos que podemos cambiar nuestras vidas y no solo eso, la vida de los demás, y con ello la del conjunto...
ResponderEliminarHabiendo interés por ello, no todo esta perdido. Esperanza un nombre de una persona importante, no por tener una posición social o un cargo elevado, sino por lo que es, mucho, y algo más que una palabra, que denota grandes posibilidades.
Abrazo para ambos.
Tenemos una juventud magnífica en valores y formación.Ese equipaje garantiza que esto dará un giro en el momento en que los no tan jóvenes maduremos y nos comportemos como adultos responsables.
ResponderEliminarPreciosa cara la de Esperanza.
Un beso
Muy bello nombre que le cae como anillo al dedo a tan guapa chica.
ResponderEliminarYa decía Rubén Darío: "juventud, divino tesoro" y vaya que si.
Besos de mariposa.
Ainsss Francisco, que cercana he sentido tu entrada, pues me sentí un poco identificada, maestra, veinteañera... y bueno, siempre se nos pide más, y nos encanta dar más a los que lo hacemos por vocación. Yo también doy gracias, tengo trabajo y de algo que amo. Un besazo.
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