Vendrá otro tiempo distinto
a este presente convulsivo,
como distinto es
aquel pasado en vida de mis padres
y también de mis abuelos.
El tiempo es una magnitud constante,
pero un ente vivo y en movimiento
con un desarrollo imprevisible
y cambiante,
presidido por la amenaza
de la ambición del hombre contra el hombre.
No hay dos tiempos iguales:
alumbra el día
y acaba despeñándose por el poniente,
le sigue la noche y a esta el día,
una secuencia nunca idéntica,
siempre evolutiva
que transforma las vidas y sus circunstancias.
Vendrá otro tiempo distinto
a este de hoy,
con progresos científicos
y regresiones sociales,
con agresiones de los unos sobre los otros,
con ambiciones que no siempre se colman.
Un tiempo que avanza y retrocede,
-como constata la historia-
y que siempre nos sorprenderá mañana:
indefinidamente otro tiempo.