Sopla la brisa acariciando
al caer la tarde
y en el álamo se hace
música,
fiesta de alegres acordes
y un temblor de
acompasados
caras y envés, que se
alternan
como guiños tornasolados
sumados al espectáculo.
Es otoño y el crepúsculo
vendrá con urgencias,
pasada la media tarde,
dando por cerrado el día
y dejando añoranza y sed,
hambre de un tibio sol que
no hiere.
En el cielo se dibujan
figuras grotescas y grises
que no soy capaz de
interpretar,
pero que, en mi temor,
podría conjugar
como amenaza. El verdor
se ha hecho sombras
desdibujadas
y la arboleda siniestras
figuras
que intimidan y
desconsuelan.
Se ha encendido el
alumbrado público,
es el momento de volver a
casa
y guarecerse de las
amenazas
o de mis infantiles
miedos.
Y que bien se está en casa cuando el tiempo no acompaña, es nuestro refugio más seguro.Saludos
ResponderEliminarEsas figuras grotescas y grises de las nubes siempre nos llenan de dudas y malos presagios, Francisco...El otoño es una etapa nostálgica y algo triste, aunque profunda y de paisajes muy hermosos...Un poema reflexivo nos dejas, amigo.
ResponderEliminarMi abrazo y mi cariño siempre, amigo.