Primero te lo había dicho sin
palabras
con todo mi cuerpo, con
todo mi ser,
con mi escasa expresividad
e inexperiencia;
con la forma de mirarte
y el deseo incontenible que
silenciaba,
con el tartamudeo de mi
voz
y el rubor con tan solo
mirarte.
Después, ya autorizado,
─con tanto temblor como cariño─
con torpes y repetitivas palabras,
como enredadas en mi premioso
silabeo
y con la labia aprendida
en los libros y el cine;
también en el silencio cómplice
de nuestras miradas,
una vez que aprendimos
a hablarnos en silencio.
Pasados los años,
colmada y remecida la vida,
e instalados en este
tiempo de la ternura,
¿no reconoces mis
palabras, mis gestos,
y también mis torpes silencios
del primero al último?
Seguro que reconoce y recuerda esos silencios y todos los gestos.Saludos
ResponderEliminarTu mirada en perspectiva repasa el sentimiento y su expresividad desde que comienza hasta este momento, Francisco...El ser amado siente e intuye todos los lenguajes del sentimiento...El amor es humano y divino y como tal está presente y permanece en el tiempo con todos sus gestos expresivos.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y feliz semana de diciembre, amigo.