Se han desplomado la
mayoría de edificios
y también los termómetros
con sus gélidos minuteros
violentados
y los centros de energía
disipados
al aullido de los drones.
El temido poder bélico soviético,
─salvo la amenaza de
hecatombe nuclear─
es un fiasco igualmente
desangelado
que solo tenía nombre asustadizo.
La guerra, que no era
guerra,
y que habría finiquitado
en una semana,
ha dado a luz, cumplido
los nueve meses,
a un inconcebible revés
militar atragantado,
aunque persiste el hambre invasora
y la numantina resistencia
de los violentados.
A las muertes no
contabilizadas,
a la rotunda escasez, al
hambre y al frío,
una diáspora de más de
catorce millones,
un escalofriante número de
refugiados
que han dejado atrás hijos
adultos y esposos.
La aguerrida garra de la
guerra,
de la ambición desmedida por
lo ajeno,
y sus efectos secundarios,
matanza de los santos
inocentes.
Y que me dices de los niños muertos en el Mediterraneo, otra matanza de inocentes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que terrible que en los años que estamos y con tanto avance tecnológico y tanto bienestar sigan habiendo matanzas crueles debido a las malditas guerras y malditos los que las provocan.Saludos
ResponderEliminarLa historia se repite, muchos inocentes están muriendo en esa guerra, mientras el que la propicia, se encuentra cómodamente sentado en el sillón de su despacho.
ResponderEliminarBesos.