Pleno invierno, el rigor
helado
entre la Navidad y el fin
de año,
pero en mi alma de niño
veo los rizados brotes
verdes
que de las leñosas ramas
serán una lúcida realidad
en breve.
El invierno es una larga
noche,
un sueño profundo y
aletargado
del que la naturaleza
despierta
bostezando y mostrando su
alegría,
para germinar el amasijo
de ensueños
de tan larga vigilia en la
renovación.
El naranjo ha sido
despojado de su fruto,
ha perdido el rubor jugoso
y en él solo se aprecia un
verde cetrino
que parece apagarse. Pero
en breve,
ya casi lo adivino,
surtirán de sus ramas
tiernas novedades. Al
principio traslúcidas,
pero irán echando músculo
y sustentarán,
con el paso de los día,
nuevas hojas.
Así también en mí, de este
apocamiento,
del desangelado trascurrir
gélido,
en su momento, surgirá una
renovación
a la esperanza, la alegría
y la ternura.
Feliz entrada de años con la familia.
ResponderEliminarUn abrazo
Me quedo con esa renovación de la esperanza, la alegría y la ternura que tan necesarias son.FELIZ AÑO NUEVO
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