A Rafa Santander, autor
de la fotografía.
No le había visto llegar. Es
cierto que estaba distraído, pero también que suelen hacerlo con cierto sigilo
hasta convertirse en una especie de sacacorchos que destapa las esencias, por
lo común, de un mal vino, con desacordes carentes de armonía. No en este caso; no. Me llamaron la atención las primeras notas. Se mostraba alegre, casi
risueño, y se abría paso por entre los veladores acariciando el ambiente
ruidoso con sus notas musicales. En sus gestos había un ruego, una solicitud
que invitaba más a compartir y persuadir que a la faena de aliño de los músicos
callejeros para extender la mano y el platillo al final de la misma. Tenía
dedos ágiles y movimientos parsimoniosos esquivando las mesas y previendo
posibles molestias. Sus gestos eran delicados, amables, pero en su cara se
dibujaba un rictus de amargura y sus ojos parecían otear su horizonte
centroeuropeo. Daba las gracias con suaves gesticulaciones de cabeza y esforzando la
sonrisa; pero no lograba desprenderse de su mueca de amargura, a pesar de
esforzarse por velarla detrás de una leve sonrisa.
Aunque no me gusta dar en la calle, con los músicos algunas veces hago una excepción y, sobre todo, si puedo me detengo para oírlos, cosa que me parece tan importante como el dinero que puedan sacar.
ResponderEliminarEntre esos músicos, algunos no han visto un pentagrama ni de lejos, pero no piden, dan y esperan a cambio.
EliminarUn abrazo
A veces encontramos músicos con un don especial o por arte o por esfuerzo. Yo si suelo dar en estos casos.
ResponderEliminarUn beso
Manos que no dais, ¿qué esperáis? Ellos también nos dan primero.
EliminarMuestran cierta dignidad, ofertan lo único que les queda a cambio de una pequeña moneda con la que puedan comer el y su familia.
ResponderEliminarSaludos
Es cierto, Emilio. Son dignos porque ofrecen y aguardan la frecompensa, lo mismo que el divo en la escena.
EliminarUn abrazo
Conozco estos gestos y los entiendo. La vida es muy dura ara estos músicos ambulantes que alegran con su música mientras su alma llora.
ResponderEliminarLo valoro enormemente y me duele cuando hay personas que ni levantan la mirada en señal de reconocimiento que no de la dádiva.
Bss y buena semana
Las personas que están en la calle nos molestan por lo general, si bien hay una cierta consideración hacia los músicos callejeros.
EliminarBesos
No se limitan a pedir, ofrecen música, y eso no tiene precio.
ResponderEliminarUn abrazo Francisco.
En verdad les pagamos menos de lo que nos ofrecen, Elena.
EliminarBesos
¡Joder! -Perdón- Qué bien lo haces, no has separado, ni en una
ResponderEliminarlínea, la amargura (de la realidad) de la alegría de vivir.
Sabiendo lo difícil que es reflejar los dos sentimientos, hacerlo
a la vez, ya es de aplaudir.
Un saludo.
¡Desahógate, Paco, desahógate! Gracias por tu opinión sobre el texto.
EliminarUn abrazo
Detrás de ese rictus de amargura se esconderá quizás la tristeza de haber dejado a los suyos muy lejos y sólo a través de la música encuentre un poco de alegría.
ResponderEliminarUn saludo
Y la penuria que significa la calle, el desamparo, la limosna.
EliminarUn abrazo
Supongo que en cierto modo realizan algo que les gusta mucho , la música , ese don que muchos por falta de oportunidad adquirieron a fuerza de ser autodidactas y que ofrecen sin importarles las inclemencias del tiempo , incluso a veces bajo un duro frío.Me gusta siempre dejarles algo ,es una forma de valorar su trabajo y siempre te responden con una amplia sonrisa.
ResponderEliminarUn Abrazo.
Sin duda se sienten valorados con las dádivas y los gestos.
EliminarUn abrazo
Es de admirar esa lucha por el reconocimiento de su arte y esa manera alegre de pedir ayuda.
ResponderEliminarBesos
Se necesita un cierto talante, además de ser intérprete, para buscarse la vida en esas condiciones.
EliminarBesos
Me reconozco propensa a imaginarme las vidas de esos seres que encontramos a veces,ganándose el sustento,el subsistir con sus habilidades.
ResponderEliminarY confieso que en lo primero que me fijo siempre,me suelen decir que con descaro,pero juro que lo hago sin darme cuenta,es en la mirada...
En los ojos se transparenta el alma y de allí,me da la sensación a mí,claro está,nace la historia de un pasado,de una existencia que por mucho que la boca o los gestos intenten decir otra cosa distinta,es la que de verdad es.
No sé si me explico,que yo soy muy "asín", pero bueno...
Ese hombre lleva el peso de una gran tristeza en su mirada o eso veo yo.
Besos y perdona la extensión.
Los ojos es verdad que expresan el interior que calla. Hace unos días encontré en la capilla de un tanatorio sevillano a un músico eslavo que tocaba el órgano durante el funeral, y hace años se ponía con otros en la calle Sierpes. Era un buen músico y le llegó su oportunidad. No es un lugar alegre, pero se dignifica en la música con un trabajo estable. Me encanta que te extiendas.
EliminarBesos
Personas que tienen que luchar a pesar de que son artistas, músicos o pintores. La vida no les regala nada fácilmente.
ResponderEliminarSAludos.
A nadie nos regala la vida el sustento, pero algunos son especialmente duros, como pasear la música entre veladores repletos de comida y bebida y hacerlo con la necesidad de comer.
EliminarUn abrazo
Buenas Don Francisco, como me va a molestar, es todo un placer poder servirte aunque sea en una fotografía para que nos delites con tan bellas palabras.
ResponderEliminarUn Saludo amigo y gracias.
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Gracias, Rafa. Haces unas fotografías magníficas y no será la última que utilice, si así me lo permites.
EliminarUn abrazo
Muy dura la vida de estas personas que han de ganarse el sustento entreteniendo a un personal muchas veces ingrato.
ResponderEliminarUn saludo.
La ingratitud de tantos hace lo más desagradable de este modo de ganarse la vida.
EliminarUn abrazo
no tengo ninguna duda de esa amargura, la música intenta paliar un poco el momento pero la pura verdad es que no lo hace
ResponderEliminarbesos
De niño, me costó entender la tristeza del payaso, pero ha llovido tanto... En la amargura mal disimulada, una vida arrastrada entre los pasillos donde la gente se divierte.
EliminarBesos
Tragedias tapadas por la mueca de la sonrisa forzada. Hay grandes genios que deambulan solicitando nuestra compasión. Abrazos.
ResponderEliminarAlgunos instrumentistas son verdaderamente fantásticos, pero lo que trasciende son notas musicales y no jirones tristes de vida.
EliminarUn abrazo
Este no es el viejo del piano, pero lo recuerda. Felicidades y un fuerte abrazo.
ResponderEliminarFELIZ NAVIDAD 2012
El mundo vuelve a soñar,
por la senda de la vida,
y en su alegre caminar.
una fecha nunca olvida,
como si fuera un cantar,
que escuche de amanecida.
Esta es una gran verdad,
escrita con letras de oro,
en nuestra vida, observad,
con cuanto amor y decoro
nos llega la Navidad,
como si fuera un tesoro.
Os mando con alegría,
un abrazo verdadero,
que la vida os sonría,
y llene vuestro granero,
de paz y de fantasía.
Y hasta el año venidero.
O.Z.M.
Muchísimas gracias, Olegario, por tan magnífico regalo.
EliminarUn abrazo
Tu relato me ha hecho volver al pasado
ResponderEliminarHará un par de años, en una de mis múltiples escapadas a Toledo, recalé como de costumbre en la plaza del Zocodover, que como es sabido, en árabe significa "mercado de las bestias".
En el centro de la plaza, amparándose en la sombra que proporcionaba un corpulento árbol, un músico ambulante desplegó su tenderete consistente en una silla plegable, un amplificador portátil,una acumulador eléctrico, una guitarra acústica y un platillo a guisa de cepillo para recoger el fruto de su trabajo.
Al oír los primeros compases, tomé unas monedas y me levanté del velador dirigiéndose hacia el músico. Al cabo de unos segundos, en el Zocodover, hombres y bestias dejaron de hablar y mugir.
Bajo los veladores se hizo el silencio y hasta los pájaros renunciaron a sus trinos, alzando el vuelo hacia las ramas más próximas.
Las notas musicales de Yesterday, la inmortal partitura de Paul McCartney se desgranaban en el aire inundando de armonía la plaza del Zocodover, el antiguo mercado de las bestias.
Pasados unos minutos el músico ambulante desconectó la guitarra acústica del amplificador de sonido y recogió sus trastos. Sólo entonces la Plaza del Zocodover despertó de su respetuoso silencio, y muchos de los allí presentes no sentimos la menor vergüenza en secarnos las lágrimas.
Gracias por hacerme recordar aquel gran momento de mi vida.
Saludos Cordiales,
Precioso y emotivo recuerdo, José Luis. Muchas gracias por compartirlo.
EliminarUn abrazo
Una mirada dice más que mil palabras, una sonrisa o una mueca de ella nunca podría tapar la tristeza que encierra unos ojos por más que quiera.
ResponderEliminarDebe ser muy triste tratar de alegrar la noche a los demás cuando uno lleva la tristeza dentro de su corazón.
Dices que no te das por aludido en tu comentario a mi entrada, salvo en el epílogo, lógico, tú no estás entre los hombres a que se refiere ella, eres un gran hombre y un buen esposo y padre.
Un abrazo de esta marbellí que te quiere de verdad.
Gracias, querida amiga Demófila, por tu concepto hacia mí y por el análisis de esa mirada.
EliminarBesos
Sabes inventar pequeñas historias tan solo con ver un imagen.....y es que tienes madera de escritor!....Aquí hemos visto una buena compenetración de dos talentos. Rafa, con su arte fotográfico y tu Paco con tus dotes literaria.
ResponderEliminarMi Felicitación vaya para ambos.
Un abrazo.
http://ventanadefoto.blogspot.com.es/
¡Qué bárbaro! !Un texto tan pequeño y tanta recompensa! Me alegra compartirla con Rafa, cuyo blog dedicado a la fotografía es magnífico. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo
Frecuentemente ponemos cara de póquer o de fastidio cuando algún acordeonista o músico aparece dándonos la murga mientras nos tomamos un pincho con nuestro amigo en una terraza. Pero tú no, tú le describes con cariño, poniéndote en su lugar, leyéndonos los sinsabores que se esconden tras su rostro. Muchos deberíamos parecernos a ti.
ResponderEliminarUn saludo
Me alegra, Carmen, que hagas esa lectura, aunque me ruborizan tus palabras. Cuando escribo no de dejo aparcada mi fe y para Dios todas sus criaturas somos iguales, con preferencia por los más desfavorecidos. Gracias infinitas por tus palabras.
EliminarBesos
Ummm a veces son agradables de escuchar... aquí es verdad que no tocan bien.. pero los he escuchado en Lisboa.. y tocan de sueño. muchos de ellos.
ResponderEliminarun beso .. querido amigo... ya veo que supones saber lo que siento y pienso..
a veces la ficción tambien existe, vale..??? vamos digo yo....
Por supuesto que la ficción existe; es más, yo diría que en todo hay ficción. Hasta en la autobiografía hay ficción al estar pasada por el tamiz de la subjetividad. No sé si he cometido un error en un comentario que te haya hecho, pero si así fuera, acepta mis disculpas públicas y espero ser perdonado. De haberlo hecho así no he sido consciente de ello.
EliminarUn beso
Gracias por tu visita, José María. Por descontado que acepto tu invitación y pasaré por tu casa.
ResponderEliminarSaludos
En todo caso, ficción o no, o ambas cosas, un relato magnífico. Es un regalo encontrar buena narrativa.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, Aurora, por tu calificativo.
EliminarBesos
Hola Paco, un relato bonito en donde un ser humano regala lo que sabe hacer a cambio de unas monedas para comer. No importa el destino de esas monedas, si no, que se está ganando la vida como él sabe hacerlo, con música que es siempre agradable para todas las personas.
ResponderEliminarLa foto está muy bien tomada, el autor ha captado el alma de la persona.
Saludos y besos
Precisamente esa foto ha sido el desencadenante del relato. Es una expresión que había muchas veces y de la foto surgió el texto.
EliminarBesos