En el otoño de la vida,
un edificio semiderruido,
un bosque con plantones
y también troncos de
largas añadas,
algunas plantas aromáticas
y bastantes jaramagos.
De todo un poco, cara y
envés,
imágenes imperecederas
del ayer
escritas con tinta
indeleble,
y lagunas lamentables
en la vecindad de lo
cercano.
En la nebulosa de lo
borroso y lo claro,
los cimientos, el germen
de nuestra pertenencia
hacia el otro,
y hasta la caducidad de lo
perdurable.
Es ley de vida y hay que afrontarla lo mejor que se pueda.
ResponderEliminarFeliz domingo,.Besos.
Me asombra tanta creatividad e imaginación que tienes escribiendo...está claro que el otoño de la vida puede dar sabrosos frutos.Saludos
ResponderEliminarGenial
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