Desde esta cota de los
años
amarillea la tarde y se
hacen sepia
los recuerdos de la niñez.
Aquel tiempo tenía un
discurrir lento,
hecho de etapas mortecinas
con la pesadez de lo
manual;
tardó mucho en salir la
barba
y pronto tendría que
afeitarme a diario
para estar según las normas.
Los días eran tozudamente
infinitos
y las semanas enroscadas
en la pesadez
de una lenta cadencia
dominical.
Salvo en verano, los
meses,
eran todavía más
parsimoniosos
y las hojas se eternizaban
en el calendario.
En los capítulos
centrales, sin percatarme,
todo se había acelerado
como horas fugaces,
como un tiempo alocado que
vuela hacia su fin;
una vez encallados en el
otoño de la vida,
cuando las limitaciones
físicas te recuerdan
que pronto ha de llegar el
desenlace,
cuando el alma se serena;
entonces,
entonces es cuando los días
son instantes
que pasan y vuelan sin detención
posible.
Pasa la vida, como pasa el
tiempo,
como el agua en la
corriente del río,
pero a la inversa:
remansada de inicio
y apresurada hacia la
desembocadura.
Como dice aquella sevillana:
ResponderEliminar"Pasan los años
Igual que pasa la corriente
Del río cuando busca el mar
Y yo camino indiferente (no tanto)
Allí donde me quieran llevar"
Un abrazo
Poema fascinante que muito gostei de ler.
ResponderEliminar.
Poéticos e cordiais cumprimentos.
.
Poema: “”Dois Corpos em Chama””…
.
Los años pasan tan rápido que ya nos estamos acercando a la desembocadura... este último tramo puede ser muy duro pero habrá que afrontarlo.Saludos
ResponderEliminarPasa la niñez y pasa la juventud, siempre luchando por conseguir una meta y cuando al fin la alcanza, sientes lo rápido que pasa la vida.
ResponderEliminarBesos.
Qué bien expresas ese discurrir del tiempo. El final es muy bueno aunque nos cueste.
ResponderEliminar