Fotografía de Antonio Jesús Rueda |
No estaba sobresaltado,
pero por su color, se diría
que el mar despertaba de una
pesadilla;
acusaba la fatiga
como de haber contado olas
infinitas
durante toda una noche de
insomnio,
tal como uno se adormece
mientras cuenta estrellas
en la infinitud clara del
firmamento.
Su voz insomne, algo
agónica,
era como el jadeo tras un
gran esfuerzo
en medio de las alteradas
sábanas de agua,
las cuales daban testimonio
de posibles pasadas
turbulencias.
En el soniquete rítmico del
ir y venir,
apagándose sobre el
rebalaje,
las cadencias de su singular
armonía,
banda sonora del amanecer
para gaviotas y algún
rezagado marengo.
Un ciclo de sombras agoreras
era la cúpula de todo este
acontecer,
salvo un rayo de esperanza
horadado por el vuelo de un
ángel;
lindando con la infinitud
visual,
la silueta del Peñón que
asiste impávido
al beso salado entre el Atlántico y el Mediterráneo.
El mar es tan aterrador como amoroso y placentero. Su azul, así como el susurro de las aguas, siempre han sido una motivación poética para poetas y poetas. Me gustó mucho este poema tuyo.
ResponderEliminar.
Abrazo poético.
.
Pensamientos poéticos y ensueños
.
Muy agradecido, Rykardo, por tu lectura y comentario.
EliminarAbraço.
Francisco, ahora eres águila, que otea el horizonte, divisando la inmensidad del mar, personificándolo de forma gigantesca y consciente: despierta fatigado, su voz agónica y su soniquete armonioso que atrae a las gaviotas. Impresionante cómo le has dado vida, cara, voz y música. Has creado una imagen reflejo de la foto, preciosa y atrayente. Y ese cielo que lo enmarca, amenazante, pero con una luz de esperanza divina: el vuelo de un ángel.Un poema redondo, bien construido con metáforas cercanas y precisas; pintura a mano alzada con equilibrio y elegancia. Me ha encantado, Francisco y ese beso final entre el Atlántico y Mediterráneo, una gozada.
ResponderEliminarMi felicitación por tu maestría para diseñar y dar alma al poema.
Mi abrazo admirado de llanura manchega.
¡Qué belleza de comentario y qué esfuerzo! No puedo pagarte, pero tampoco tendría para poder llevarlo a cabo. Tienes una generosidad desmedida, María Jesús, y yo mi corazón desbocado. Muchísimas gracias.
EliminarUn fortísimo abrazo.
¿Qué podría decir después de tan glorioso comentario anterior? Nada. quedarme callada y releerlos a ti y a ella, para impregnarme de belleza e irme maravillada.
ResponderEliminarBesitos anisados y contentos, porque estoy volviendo a empezar, amigo. Gracias por tu amoroso abrigo y bálsamo que tanto me ha servido. Llegue a creerlo imposible.
No es fácil añadir algo más después de María Jesús, Sara. Ella es así de generosa conmigo. Me hace muy feliz que estés aquí, que publiques en tu blog y que hayas recuperado el pulso perdido.
EliminarUn fuerte abrazo.
Ese beso entre el Atlántico y el Mediterráneo es un apoteósico final, de una maravillosa poesía.
ResponderEliminarBuenas Noches. Felis descanso.
Besos
Ese encuentro de los dos mares es de una belleza real y simbólica como común. Muchísimas gracias, Antonia.
EliminarBesos.
Hermoso poema y ese beso saldo entre los dos mares resulta muy agradable.Saludos
ResponderEliminarTengo mono de mar, no sabes de qué manera Francisco, no veo la hora de estar cerca de él.
EliminarQue lejos está ahora el mar... A poco más de 60 Km, pero que lejos.
ResponderEliminarCierto. Ahora hay barreras invisible, aunque infranqueables por el sentido común.
EliminarUn abrazo.
Bonito poema Francisco. Es como si el mar fuera uno de nosotros con las mismas sensaciones y sufrimientos. Incluso el amanecer le sienta bien para alejar las pesadillas nocturnas. Por último ese abrazo y beso salado entre el Atlántico y el Mediterráneo es un cierre del poema perfecto. Muy bello. La imagen preciosísima
ResponderEliminarAbrazos
Muchísimas gracias, Isa.
EliminarUn abrazo