Tengo enfrente tu retrato,
madre,
y una copia indeleble en mi
interior,
aunque sin marco
ni reflejo extraño y molesto
del cristal, según el ángulo
desde el que miro.
Somos tan idénticos…
Tan impaciente como tú,
tan exigente conmigo y con
los demás,
tan minucioso, tan como tú.
Tú más perfeccionista,
mejor acabada, más bien
hecha;
pero con gustos tan
similares
que formaríamos parte indivisa
de una misma estadística.
Si supieras…
Igual de apasionados y
expresivos:
aquellas mismas cosas
que no me gustaban de ti
son ahora la comprensión
ajena
que de otros espero.
La siesta a la que me
obligabas
es hoy el solaz plácido
que me divide el día
y sisa mi cansancio
como quien se cobra la
maquila.
Hay tanto de ti en mí…
Aquellos reproches que yo silenciaba,
aquellos aspectos
con los que no estaba de
acuerdo
son sin dudarlo mis
verdaderas
señas de identidad,
como si yo en ti y tú en mí
hubiéramos pasado por un
mismo crisol.
Honra merece quien a los suyos se parece.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Gracias, Cayetano. Le voy a pasar el refrán a Jordi Hurtado para que le ayude en la programación del lunes.
EliminarUn abrazo.
Inspiración poética y creatividad que disfruté mucho leyendo y por la que dejo mis más fervientes elogios. Poema brillante.
ResponderEliminar.
Un feliz fin de semana
Abrazo poético.
.
Pensamientos poéticos y ensueños
.
Muchísimas gracias, Rykardo.
EliminarAbraço.
Merecido homenaje .
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Amapola.
EliminarUn abrazo.
Ahora con el tiempo comprendemos ciertas cosas, que cuando éramos niños np lográbamos comprender. Ya somos adultos y miramos la vida de distinta manera. Las enseñanzas de nuestros mayores , dieron su fruto y de ahí nuestra somilitud con ellos.
ResponderEliminarBesos
Tenemos mucho de ellos, Antonia.
EliminarBesos.
El elogio a la madre te enaltece.
ResponderEliminarSalud, Francisco.
Anna Babra
Ella siempre por encima de mí, todo para mí.
EliminarUna abraçada.
Nunca entendí hasta que me ha tocado que mi madre se molestara tanto por pisar el suelo recién fregado o que con las manos mojadas goteáramos el suelo.....¡¡¡ AHORA ME MOLESTA A MÍ!!!!! Pero lo de la siesta que también me obligaba sigo sin soportarla y jamás me echo una sueño después de comer.Yo también me siento muy identificada con i madre en muchos aspectos sobre todo caseros.Saludos
ResponderEliminarLo que no entendíamos ahora nos parece lo normar y nosotros lo ponemos en práctica, Charo.
EliminarUn abrazo.
Qué bella poesía y con que cariño está hecha además de ser una realidad que a ciertos años pensamos de nuestros padres a loq que nos parecemos tanto...
ResponderEliminarCon todo mi cariño, Tracy.
EliminarUn abrazo.
Por lo general, los hijos se parecen a las madres y las hijas a los padres. Y, en mi caso, es así, lo reconozco. En lo bueno y en lo malo.
ResponderEliminarEso no lo tengo tan claro, pero que llevamos partes de ambos estoy seguro.
EliminarUn abrazo.
Hermoso y entrañable poema, tanto que, tu madre sonríe al leerte y está muy orgullosa de que os parezcáis tanto, Francisco...Yo la tengo tan presente que la veo en mis gustos y costumbres; es increible cómo nos parecemos a nuestros padres.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz domingo, amigo.
Siempre me mostró que se sentía orgullosa de mí, como yo lo estoy de ella.
EliminarUn fuerte abrazo.
Bello poema en homenaje a un gran ser. Saudos amigo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Sandra.
EliminarUn abrazo.
Dulce poema Francisco. Qué bonito parecerse a quien te dio la vida. Precioso.
ResponderEliminarAbrazos
Qué maravilla, llega el momento de la comprensión... siempre... y de la comparación. Buena en este caso ya que todo se une al final en ese resumen de vida. Abrazo
ResponderEliminarQué precioso... Es tan entrañable. Las almas afines Dios las coloca juntas, no es casualidad que compartierais genes...
ResponderEliminarMe quedo con el regusto de tu buena poesía...
Un abrazo grande y feliz fin de semana :)