No se me agotan las grandes
esperanzas,
aunque el paso del tiempo
me ha achatado por los polos
y es más pronunciada la
línea del ecuador.
A mi edad, mi abuelo era un
anciano
y hasta es posible que así
me vean mis nietos;
cierto que el físico no me
acompaña
y el bastón en la mano
derecha,
─sin empuñadura de plata─
no es precisamente una imagen
de gran proyección,
pero los proyectos siguen
siendo
la carpeta más abultada en
el disco duro,
aguardando cola entre las
muchas cosas pendientes.
Es posible que todo sea
culpa
de esa niebla ante el espejo
que solo me deja ver lo que
me empeño en ver,
que no es otra cosa que un
nuevo amanecer
también mañana,
y así hasta que un día se
trunque
en contra de mi voluntad.
En mi infancia oí hablar
mucho de salvoconductos
y más tarde supe del valor
de las cartas de recomendación,
cosas que ahora no se estila,
aunque las influencias
siguen siendo como las mareas:
rítmicas y constantes.
Del porvenir no espero alharacas,
ni ecos, ni titulares,
tan solo ir mermando para
crecer en profundidad,
en silenciada espera
hacia la confianza de unos
brazos abiertos
que ojalá salgan al atrio a
recibirme.
Me pregunto cómo será de
estrecha
la puerta,
y si reconoceré el mensaje
el día que por fin sea
llamado.
No se me agotan las grandes
esperanzas,
porque tampoco me olvido
que la llave maestra está en
las manos
en las que tengo puestas
toda mi confianza.
Afortunados los que tenéis alguna esperanza tras cruzar el umbral de esa puerta. Yo me conformo con algunas mañanas de sol y con que les vaya bien a mis hijos. A ver si la Astra esa nos lo permite.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Para mí es una riqueza, Cayetano, una suerte inmerecida por mi parte, una gracias y una vivencia.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hola Francisco. Nacemos para morir y si eso lo tenemos claro pues nada hay que temer. A mí no me esperará nadie y espero que así sea. Los que se fueron ya no ven, ya no oyen, ya no me reconocen. Espero ser polvo y si mi energía sigue con fuerzas ayudar en lo que pueda.
ResponderEliminarMuy bueno tu autorretrato y tu poema.
Abrazos
Una cosa es que no lo hayas vislumbrado y otra muy distinta que yo sea un privilegiado frente a ti: nuestro destino, Isa, es el mismo.
EliminarUn abrazo.
Es muy importante a nuestra edad tener grandes esperanzas y proyectos a realizar a pesar de que sabemos que nuestro tiempo se va acabando pero no por esa dejaremos de luchar y vivir lo que nos quede con entusiasmo y que el final del trayecto nos encuentre ocupados.Saludos
ResponderEliminarCreo como tú, Charo, que es importantísimo estar esperanzados en todos los momentos de nuestra vida, y a esta edad madura saldar todas nuestras posibles deudas de conciencia para encontrarnos en paz con nosotros mismos.
EliminarUn abrazo.
Gran reflexión y buen poema el que nos dejas.
ResponderEliminarEspero hayas pasado un día lo mejor posible dentro de la época que estamos viviendo. Un fuerte abrazo.
Te mando una foto de ayer por privado, para que de esa instantánea puedas sacar tus propias convicciones.
EliminarUn fuerte abrazo.
La esperanza más grande, es que al terminar esta vida vayamos a un lugar mejor en donde todo sea paz y tranquilidad.
ResponderEliminarPor muchos años que se cumpla, tenemos la edad que marca nuestro corazón...hay personas que a pesar de sus muchos años siguen teniendo un espíritu joven y es un gustazo estar en su compañía.
Besos
La gran esperanza para mí es ese Padre de la parábola del hijo pródigo, que antes de escuchar de labios del hijo su arrepentimiento ya lo recibe con los brazos abiertos. ¿Qué madre no quiere por igual a todos sus hijos? ¿Qué madre no se vuelca más con el más débil? Esa es mi esperanza, Antonia, la misma que para el resto de los humanos.
EliminarBesos.
Lindo escrito
ResponderEliminarSaludos
Francisco, espero que tu pupila siga vislumbrando la luz de cada día en la ventana y en el disco duro sigas teniendo esa carpeta abultada...Pero, lo mejor de todo es la fe que tienes en el alma, que te da la fuerza necesaria para seguir adelante y vislumbrar ese cielo, que te lo ganas
ResponderEliminardía a día, amigo. Buen poema y buena reflexión.
Mi abrazo admirado y mi cariño, Francisco.
Lo mejor que ha pasado en mi vida, María Jesús, son estos años dedicados a Cáritas, donde tengo el contacto con el sufrimiento humano, ese que no me permite verme ver a nadie superior a otro. Si he tenido la suerte de no tener necesidad de pedir no es por mis méritos. Si ahora me pongo en el lugar de servir es porque hay muchos que necesitan de mí y no me debo guardar para nada.
EliminarYo también te quiero, María Jesús. Un fuerte abrazo.
Vivir cada día con esperanza amigo Francisco, es lo mejor, sin futuros sonreír a este momento. Saludos a la distancia.
ResponderEliminarComo suelo decir, Sandra, sin esperanza ya estamos derrotados de antemano.
EliminarUn abrazo.
Un autorretrato perfecto del autor y de los años en los que le tocó vivir.
ResponderEliminar¿Hay algo más bonito que crecer en profundidad? Creo que no; esa visión es maravillosa. Y significa también que la puerta será tan ancha como tu corazón.... ¿la imaginas?? :)
ResponderEliminarUn besazo :)